Trigésimo Sexto Tempo (N)

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—¡Mamá, Chris! —grité, mi voz temblando.

Mi teléfono casi se cae de mis manos.

La puerta se abrió de golpe y mi hermano y mi madre estaban en el umbral con preocupación en los ojos, al verme, la confusión se extendió en ellos.

Una sonrisa se extendía en mi rostro.

Mamá fue la primera en acercarse.

—¿Qué ocurre, cariño? —preguntó.

Respiré hondo antes de hablar, sintiendo el corazón latirme en el pecho con fuerza.

—Una de..., de mis profesoras de la Universidad acaba de llamar y..., y me dijo que quería que participara en una de sus exposiciones —apreté el teléfono entre mis manos y miré a mamá emocionado—. Tendré..., tendré una sala de galería para mis cuadros, ¡una sala completa! Ella..., ella dijo que le gustaba mucho mi trabajo y que quería que otras personas lo vieran, yo..., estoy muy feliz.

Sentí las lágrimas llenarme los ojos y muchos sentimientos se arremolinaban en mi pecho.

No recordaba la última vez que me sentí tan emocionado.

Mamá y Chris me felicitaron y me abrazaron por un buen rato.

—Estoy orgullosa de ti —dijo mamá, sonriendo mientras me acariciaba la mejilla.

Chris hacía un rato gritando alrededor de la habitación.

No pensaba que fuera posible que algo así me ocurriese a mí. Por supuesto que había puesto cuadros en galerías de la Universidad antes, pero siempre fueron uno o dos, entre cientos de cuadros de otros estudiantes, nunca nada como eso.

Nadie nunca me había elegido por mi talento ni nunca había tenido una sala sólo para mí, era algo que no todas las personas que se dedicaban al arte podían conseguir.

Que me dieran esta oportunidad antes de graduarme era algo maravilloso.

—¡Tengo..., tengo que llamar a Alex y a Haley! —exclamé y mamá asintió con entusiasmo.

Me equivoqué varias veces marcando sus números, pues mi manos temblaban y prácticamente les grité las noticias.

Mi relación con Haley se había vuelto bastante amena en los últimos meses y me felicitó varias veces, diciéndome que vendría más tarde, pero la rechacé pues tenía que empezar a trabajar cuánto antes.

Alex simplemente dijo que venía y colgó, sin darme tiempo de decirle nada más.

Rodé los ojos y salí de la cama lo más rápido que pude para buscar una libreta dónde planear lo que haría para la galería.

El tema de la exposición era «Razones», cada sección tenía algo distinto, como razones para llorar, para vivir, etc., mi sección se llamaba «razones para ser feliz».

Era algo que debía pensar muy bien para que todo fuese homogéneo y no se viera nada fuera de lugar.

Mordí el extremo de mi lápiz hasta que le quedaron marcas profundas y sentí miles de inseguridades crecer en mi pecho.

¿Y si no hacía algo lo suficientemente bueno? ¿Si a mi profesora no le gustaba?

Además, ¿no tenía que dar un discurso al final de la exposición junto a todos los artistas? ¿Tenía que hablar frente a tantas personas? ¿No se decepcionarían al ver que yo era el artista?

No era alguien que tuviese muchas razones para ser feliz, la verdad, ¿pensarían que era hipócrita?

Estaba tan nervioso y estresado que ni siquiera sentí a Alex entrar y casi me trago el lápiz al sentir sus brazos rodearme los hombros.

Al Compás del Corazón [gay/yaoi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora