Segundo Tempo (A)

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Demons - Imagine Dragons

—¡Alex, estira las rodillas! 

Lo hice, sintiendo el sudor recorrerme la frente, haciendo que el cabello se me pegase a la piel mientras seguía practicando la coreografía luego de ocho horas sin descanso. Madame Riza contaba los tiempos con el pie, haciendo un pequeño golpeteo que resaltaba sobre la música mientras una sonrisa se expandía en su rostro.

Mis piernas y brazos ardían pero mis pasos, giros y saltos seguían siendo impecables, interpretando emoción tras emoción hasta que la música terminó.

—Tómate un descanso y arregla tus cosas —dijo mi profesora de baile, lanzándome una toalla—. Salimos esta noche.

Y, dándome una última sonrisa, salió del salón mientras yo intentaba recuperar el aliento en el suelo.

La sonrisa en mi rostro poco a poco se fue desvaneciendo a medida que pasaban los minutos, dejándome con la mirada fija en el techo mientras la música de los otros salones resonaba en mis oídos. Tarareé, golpeteando el suelo con los dedos mientras cerraba los ojos.

Amaba la música y amaba bailar, pues era lo único que me relajaba cuando estaba solo. Me nublaba los sentidos en cierta forma, impidiéndome concentrarme en otras cosas innecesarias.

Finalmente me decidí a levantarme y, tomando mis llaves del suelo, salí del salón, ganándome varias miradas de las otras chicas de la academia. Le sonreí de vuelta a cada una, sin realmente mucho interés, quitando el húmedo cabello de mi rostro mientras salía del edificio.

Llegué a mi auto y me dejé caer en el asiento del conductor, quedándome estático unos segundos mientras me decidía a encender la radio e irme. Solía ser del tipo de persona que no era rápida para nada, tomándome tiempo para pensar antes de hacer cualquier cosa.

Por eso, cuando saqué un cigarrillo de la guantera y lo encendí ya las nubes habían cubierto el sol de la tarde, haciendo el cielo verse de un color naranja algo oscuro y una sonrisa se formó en mi rostro al recordar la forma en que solía ver el atardecer cuando era niño.

Al instante en que el recuerdo de mi niñez llegó a mi mente y logré codificarlo, fruncí el ceño y encendí la radio rápidamente, exhalando el humo.

El volumen alto de la música me nubló la mente al instante y apagué el cigarrillo contra el asiento de cuero, finalmente poniendo en marcha el auto.

Tardé unos veinte minutos en llegar a la cafetería donde trabajaba, ganándome un ceño fruncido de mi jefe pues había llegado tarde de nuevo pero simplemente le sonreí, adentrándome al baño para ponerme el uniforme.

Me observé en el espejo mientras me desvestía, sonriendo ante las ya antiguas marcas en mi piel, negándome a recordar la razón de que estuviesen ahí.

—Eres un asco —me dije, riendo, pues estaba acostumbrado a burlarme de mi mismo, no porque tuviese una baja autoestima ni mucho menos, simplemente porque me parecía divertido reírme de las cosas por las que las personas normalmente fruncirían el ceño.

Terminé de vestirme en silencio, colocándome el horrible uniforme para salir del baño con una sonrisa y mi cabello arreglado.

Al Compás del Corazón [gay/yaoi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora