Primer Tempo (N)

654 67 27
                                    


In The End - Linkin Park

—¡Cariño, es hora de levantarte!

Abrí los ojos lentamente, bostezando, mientras escuchaba los golpes en la puerta acompañados de la voz de mi madre. Me senté en la cama y me estiré, haciendo tronar los huesos de mis brazos.

—¡Ya, estoy despierto, deja de tocar! —exclamé, frotándome los ojos.
—¿Necesitas ayuda para algo o…?

—No.

—Te esperaré para desayunar entonces —dijo y escuché sus pasos a través del pasillo. Suspiré.

Saqué mis piernas de la cama y, con ayuda de la barra que mi madre había instalado junto a mi cama, usé mis brazos para sentarme en mi silla.

Arreglé mis piernas y quité el seguro de las ruedas, igual que cada mañana.

Fui hasta el baño para asearme, con ayuda de las muchas sillas fijas y barras instaladas, para ir a comer.

Se me había vuelto una rutina de todas las mañanas y, ciertamente, me había acostumbrado a la vida de mierda que llevaba. Siempre debía aguantar que la gente me mirase en las calles como si fuera un fenómeno o me preguntase cómo era que alguien tan joven había terminado en una silla de ruedas, cosa que nunca respondía.

A nadie le importaba y no era algo de lo que me gustase hablar. Las cosas que ocurrieron hacía unos años aún estaban presentes en mi memoria, pero no podía hablar de ellas, pues entraba en pánico.

Cuando finalmente salí del baño, me puse la mochila en el regazo y me dirigí al salón, viendo mi plato de comida sobre la mesa. Comí en silencio, viendo la silueta de mi madre en la cocina.

—Mamá, ¿y Chris? —pregunté.

—Está afuera esperándote —contestó, volviendo al salón—. ¿Terminaste de comer?

Asentí, haciendo ademán para recoger mi plato, pero mi madre me detuvo, prácticamente arrancándomelo de las manos para hacerlo ella.

—Mamá, devuélveme el plato —dije, comenzando a enojarme—. Yo lo haré.

—Sal, tu hermano está afuera esperándote. Llegarás tarde a clase.

—¿Cuántas veces te he dicho que dejes de ayudarme? —solté—. No necesito, ni quiero que lo hagas. ¿Tan difícil es entender eso? Sí, soy un maldito inválido pero no soy tan inútil como piensas, mamá —me alejé, tomando bruscamente mi abrigo del convenientemente puesto prendedor de la pared con el ceño fruncido—. ¿Qué quieres?, ¿que te diga “gracias, mamá, me encanta que me hagas sentir como un maldito inútil”? Pues quédate esperando —abrí la puerta, estirándome y salí—. Adiós.

Salí de casa, sin siquiera molestarme en mirar la reacción de mi madre, pues realmente no me importaba. Me había dejado de importar hacía mucho cómo se sentía la gente frente a mis palabras.

Yo sólo decía lo que pensaba y si a alguien le molestaba, pues me daba igual.

El olor a humo me llenó las fosas nasales y tosí casi instantáneamente, agitando mi mano para alejar el olor.

Chris estaba apoyado en su auto con un cigarrillo en los labios, pensando en quién sabía qué.

—¿No habías dejado de fumar? —pregunté, llamando su atención.

Se volvió hacia mí y sonrió, apagando el cigarrillo contra el suelo. Abrió la puerta del copiloto para que pudiese entrar y se apartó un poco, con esa linda y amable sonrisa que siempre tenía.

Al Compás del Corazón [gay/yaoi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora