Trigésimo Tercer Tempo (A)

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—Oye, Alex.    

—¿Mm? —murmuré sobre su estómago, sin querer abrir los ojos.

—¿Harías algo por mí? —dijo.

Me separé un poco, abriendo los ojos para mirarlo, parecía nervioso.

Llevábamos unas horas sin hacer mucho, simplemente acurrucados en la cama de Nat, él sentado con su espalda apoyada en una de las paredes y yo acostado en su regazo, mi rostro hundido en su estómago.

—¿Qué cosa? —pregunté medio adormilado.

—¿Puedo..., puedo pintarte?

Parpadeé confundido y me senté para poder verlo a los ojos.

—¿Pintarme? ¿Por qué? —dije.

—No..., no tienes que hacerlo si no quieres —Nat estaba evitando mirarme a los ojos y era obvio lo nervioso que estaba.

Que lindo era.

—¿Debo desnudarme? —solté, viéndolo sonrojarse de golpe, sorprendido.

—¡Claro que no!

—Entonces no quiero —me burlé.

—¡Alex!

—¿Qué? ¿No te apetece verme sin ropa? —seguí, viéndolo descomponerse.

Y me gané un manotazo en el brazo.

—A veces no te soporto —dijo, rodando los ojos—. ¿Quieres o no?

Riendo, asentí.

—¡¿En serio?! —exclamó emocionado, sus ojos brillando al instante—. ¡Buscaré mis cosas!

Juro que nunca lo había visto subirse a su silla tan rápido.

No podía quitarme la sonrisa de la cara al verlo tan feliz, seguía sin poder imaginar cómo alguien era capaz de hacerle daño a una persona como él.

Sentí un deje de amargura al recordar todo lo que me habían contado, pero lo dejé de lado para ver a Nat buscar sus materiales y armar su caballete emocionado.

Hacía tiempo que no lo veía así de feliz.

—¿Dónde quieres que te pinte? Es mejor si es en un sitio y posición cómodos porque no sé cuánto tardaré pintando —dijo, agregando pequeñas porciones de pintura en lo que parecía una huevera de madera.

Analicé la habitación un segundo y me senté en el marco de la ventana, cruzando las piernas en posición de loto, sintiéndome bastante cómodo.

A ese punto, esa ventana significaba mucho para mí y supe que Nat se sentía de la misma manera al ver la calidez en su mirada al verme ahí.

—¿Listo? —preguntó y asentí—. Bueno, no te muevas.

Nat estuvo casi una hora pintando y me di cuenta lo mucho que me gustaba verlo así de concentrado. Sus ojos tomaban un brillo particular, como si estuviera en una especie de trance mientras pintaba y me imaginaba que yo debía verme de la misma manera al bailar.

De vez en cuando sonreía al verme, lo cual hacía que un sentimiento cálido se extendiese por mi pecho.

Esas eran las pequeñas cosas que me hacían tan feliz.

Cuando Nat terminó, sus manos estaban llenas de pintura y sonreía satisfecho, como si hubiese querido hacer eso toda la vida.

Permaneció unos segundos observando la pintura mientras yo me bajaba de la ventana, la nostalgia creciendo en su mirada.

Al Compás del Corazón [gay/yaoi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora