Duodécimo Segundo Tempo (A)

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Nathan había tratado de hablar más, varias veces.

Sólo un poco.

No había logrado terminar ninguna oración antes de dejar de respirar.

Igualmente, yo me sentía aliviado de que al menos lo hubiese hecho una vez, pues podía imaginarme cuán difícil había sido.

Habían días que su frustración por la ansiedad era muy grande y terminábamos peleando, diciéndonos cosas hirientes como siempre. Más de una vez me había echado de su casa, o yo me había ido aventando la puerta.

Ese día, era un poco de los dos.

Estaba sentado en el mesón de la cocina de la casa de Nathan, con un té de menta en las manos, el ceño fruncido y el enojo aún a flor de piel.

—Alex...

Levanté la vista, fulminando por inercia con la mirada a la madre de Nathan, haciéndola dar un salto.

—Si va a decirme que le tenga paciencia y lo entienda, se lo puede ahorrar —gruñí—. Su hijo es un imbécil.

Soltó una pequeña risa, cosa que sólo me hizo fruncir más el ceño.

—Alex, los he visto discutir tantas veces ya que puedo decir que los dos son unos imbéciles —dijo.

Bufé.

—Al menos yo admito que soy un imbécil —tomé un sorbo de té—. Y él es un imbécil inválido, eso le quita puntos también.

—Alex... —advirtió.

—Vale, sin chistes de inválidos —sonreí, viéndola rodar los ojos.

Miré la hora en ni teléfono y terminé de beber mi té.

—Me voy a ensayar antes de la presentación —dije, levantándome—. Ya Nat debe estar en su fase de arrepentimiento, digale que me fui enojado para que se sienta un poco culpable. Tal vez vuelva en la noche.

Su madre rió de nuevo, haciéndome señas para que me fuera.

Le sonreí una última vez, y me fui.

*

Tenía cuarenta minutos en la barra practicando un Gran Battement*, porque a Madame Riza le parecía que no estaba perfecto y yo ya no sentía las piernas.

No es que me molestara, tampoco.

—¿Ha pasado algo?

Parpadeé confundido, bajando la pierna para volverme hacia Madame, la cual me miraba con el ceño fruncido desde su silla.

—¿Qué?

—He preguntado si ha pasado algo —repitió, analizándome lentamente—. Y no recuerdo haberte dicho que bajases la pierna.

Suspiré, volviendo a la posición anterior.

—¿A qué se refiere con si ha pasado algo? —dije, haciendo una mueca debido al dolor de mis músculos.

—No lo sé, estás saliendo más y has ensayado menos —se encogió de hombros—. Tu rendimiento sigue siendo impecable pero hay algo diferente en ti. Te ves menos muerto, diría yo —sonrió—. Tu posición es perfecta, puedes descansar.

Aliviado, bajé la pierna, sintiendo mis huesos tronar con fuerza.

Observé a Madame un momento y Nathan vino a mi mente, haciendo que una sonrisa nostálgica se formase en mi rostro.

—Se podría decir que algo bueno ha pasado —dije, viéndola sonreír.

—Me alegro, entonces —se levantó—. Ahora a ensayar los números que faltan, aún te quedan dos horas.

Al Compás del Corazón [gay/yaoi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora