Corazón Roto, labios Partidos (Retomando Edición)

capítulo 11: los que saben

Los recuerdos de la noche anterior no lo dejaron dormir, los sollozos que quería evitar afloraban sin parar, las lágrimas quemaban una y otra vez el camino que recorrieron toda la noche, su cabeza punzaba y el simplemente no podía más, lo único de suerte que tuvo es que nadie se dió cuenta.

–yamaguchi-san!– un chico de primero lo nombró, el peliverde mordió su lengua y respondió amablemente,– el desayuno está listo por si quiere bajar

–vo-voy enseguida!– pasaban de las 10 AM la habitación que compartía con todo el equipo estaba vacía, agradecía que ni noya, enoshita e incluso shoyo se dieran cuenta de su estado.

Cuando ellos se habían levantado y le habían insistido (más los dos primeros) el simplemente se había hecho el dormido, no quería molestarlos...las palabras de Kei hacían eco frescas en su mente.
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–no vuelvas a tocarme pedazo de basura!

–en lo que a mí respecta tú ya estás muerto!

–no puedes arreglar nada, la vida miserable que tiene ese estúpido tu mismo la creaste!
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Las lágrimas se intensificaron se acumularon no siguiendo el camino marcado, lo había arruinado de nuevo, nunca podría arreglar lo que ya estaba quemado.

–perdón...tsuki...– tapo su boca con sus manos para ocultar el ruido lastimero temia y lo escucharan, las mantas que lo cubrían se hicieron frías y la colcha tan dura como el metal, desearía cambiar el pasado, pero claramente aquello era imposible.
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Hinata afuera junto a la puerta escuchaba sus lamentos mientras apretaba sus puños con notable irá, cuando viera al hijo de perra de tsukishima le daría una patada en los huevos.

–tsk...menudo imbécil...– mejor dejaría de espiar, se alejó de la puerta, Dejaría a guchi solo, necesitaba espacio ya después le reclamaría de que no se guardase los pesares para el, los amigos estaban para apoyarse y el era amigo de Tadashi y estaría para el en cualquier circunstancia.

Su estómago rugió de hambre,  había ido a la habitación por yama así  ambos almorzarian  porque si ...ya no era desayuno si no almuerzo, y otro tema que reclamarle...no comer a sus horas.

–ojala no parezca madre sobreprotectora...diablos...– un escalofrío le recorrió la espalda, no sonaba mal parecer sugawara pero no estaba para eso ahora.
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La cafetería al contrario de lo que el imagino se encontraba vacía, era demasiado inusual, dió vueltas por el solitario lugar no sabía si sentirse feliz por el lugar pacífico o alarmado por que estaba solo, –pero que....

–Todos fueron a la piscina de la universidad hoy nadie la tenía apartada  así que aprovecharon a relajarse ya que será el último día antes de empezar entrenamientos...– interrumpió el silencio una voz a sus espaldas, un tic le salió en el ojo, justo tenía que ser aquella persona.