-23-

6.5K 566 27
                                    

El día había pasado con rapidez, Sirius y Remus habían jugado con Halley prácticamente a todo: a las cartas, a la pelota, al escondite, habían hecho un fuerte...
Habían decidido que le contarían acerca del juicio al día siguiente porque no querían arruinar el día, ya que estaba siendo perfecto.
Había llegado la noche, hacía rato que habían cenado y ahora estaban en la habitación de Halley mientras la arropaban.
Sirius se sentó en la cama al lado de Halley, mientras que Remus cogió una silla y la acercó.

-Bien cariño-empezó a decir Sirius-¿Cuándo te dije por primera vez que te quería? Porque te aseguro que no recuerdo haberlo dicho antes.

-Tú escucha la historia con atención-dijo Remus.-Verás Halley, fue una noche...

Flashback:

La lluvia azotaba las ventanas de la Torre de Gryffindor.
Sirius Black se estremeció y se acercó al fuego crepitante, agradecido de estar dentro de un lugar calentito.
El cielo estaba oscuro y la única fuente de luz de la sala eran las brasas danzantes del fuego que se desvanecían.
En el asiento frente a él estaba Remus Lupin, su compañero merodeador y mejor amigo. Sirius no se atrevía a admitir esto a nadie más, pero se había enamorado de Remus durante su tercer año en Hogwarts. Por desgracia, Remus no parecía corresponder sus sentimientos.

El otro merodeador estaba tratando de leer un libro sobre las rebeliones de los duendes, pero su mirada flotaba soñolienta a lo largo de las líneas.
Remus estaba luchando para mantenerse despierto y mantener abiertos sus dulces ojos miel.
Sirius sonrió suavemente para sí mismo, asegurándose de que el otro chico no lo notara.

La sala común en la que estaban sentados estaba vacía, aparte ellos dos. Era tarde, por lo que la mayor parte de la casa de Gryffindor se había ido a la cama, incluyendo a los otros dos merodeadores.

Los ronquidos suaves llegaron a los oídos de Sirius y se dio cuenta de que Remus se había quedado dormido, con el libro desplomado sobre su regazo.
Sirius miró al otro chico, rozando su suave cabello acaramelado y su piel con cicatrices pálidas. Había grandes bolsas negras bajo los ojos de Remus, lo que indicaba que el chico estaba realmente agotado.

Sirius decidió que probablemente debería irse a la cama, así que se levantó del viejo sillón rojo en el que estaba sentado y se dirigió a Remus.
Levantó el libro del regazo de Remus y dobló suavemente la página para que continuara por la mañana, antes de deslizarlo en la bolsa del licántropo. Luego quitó el cabello de Remus de su cara y lo tomó en sus brazos, con la intención de cargar al chico hasta la habitación.

Al tocar a Remus, Sirius se sintió más feliz, casi despreocupado, y deseó que la experiencia nunca terminara.
Levantó a su amado suavemente en sus brazos y se dirigió hacia las escaleras que conducían a su dormitorio.
Mirando de nuevo hacia la sala común, Sirius sonrió, pensando en los muchos recuerdos felices que habían hecho en esta sala: planeando bromas, festejando después de una victoria de quidditch... También había recuerdos más serios que habían ocurrido en la sala común: cuando se dieron cuenta de que Remus era un hombre lobo y cuando se habían convertido oficialmente en los merodeadores, un cuarteto de valientes amigos.

Sirius se volvió hacia la escalera y la subió rápidamente, con cuidado de no despertar a Remus de su sueño.
Volvió a mirar al niño dormido, incapaz de resistir la tentación. Las cicatrices en el rostro de Remus sobresalían claramente, recordándole a Sirius el sufrimiento que su amigo pasaba todos los meses sin fallar. Era tan injusto que Remus, la persona más amable que Sirius había conocido, fuera maldecido convirtiéndose en un monstruo una vez al mes.
Sin embargo, no afectó la opinión de Sirius respecto a Remus, sin importar lo que pensara el resto del mundo mágico. Remus no era una criatura oscura, era su mejor amigo y no permitiría que nadie lo derribara si su secreto salía a la luz.

En silencio, Sirius abrió la puerta de su habitación, con cuidado de no dejar que Remus se cayera, y luego se deslizó en silencio a través de ella. Con cuidado, recostó a Remus en su cama y tiró suavemente de la capa del niño, pero dejó el resto de su ropa puesta, demasiado avergonzado como para desnudarlo.

Sirius luego dobló el edredón de Remus sobre él con ternura, antes de depositar un rápido y atrevido beso delicadamente en su frente.

-Te quiero Remus-susurró Sirius, luego se dio la vuelta, dirigiéndose a su propia cama.

Remus sonrió, había escuchado a Sirius.

Fin del Flashback.

Halley se había quedado dormida, pero Sirius miró a Remus con lágrimas en los ojos, se había olvidado de aquella noche.

-No me puedo creer que estuvieras despierto-dijo Sirius con voz sensible, pero se podía apreciar una sonrisa en sus labios.

Remus sonrió mientras se levantaba y ponía la silla en su sitio, le hizo una seña a Sirius para que salieran de la habitación de su hija y se encaminaron a la suya.
Cerraron la puerta con llave y realizaron un hechizo silenciador.

-Te quiero Sirius.

-Te quiero Remus.

Ambos declararon su amor antes de dejar paso a una noche de pasión.

Mini Cornamenta:La historia de Halley PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora