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Había pasado dos semanas desde que Sirius y Remus le contaron a Halley que tendría que volver a ver a los Dursley.
Durante esas dos semana Halley había estado teniendo pesadillas y había tenido que dormir con Sirius y Remus, no hacía falta decir que ambos adultos estaban agotados.
Hoy era el día en que Sirius, Remus y Halley declararían en el juicio, solo esperaban que terminara pronto.
Ambos se habían vestido para la ocasión, Sirius llevaba un traje negro con camisa blanca y corbata roja, Remus en cambio había optado por un traje marrón camisa blanca y sin corbata.

-Estás muy guapo-le dijo Sirius a su pareja intentando que eso aliviará el nerviosismo de la habitación.

-Tú también estás genial.-devolvió el cumplido Remus con una risita nerviosa.

En ese momento bajó Halley al salón, que era el lugar donde se encontraban sus padres.
La pequeña llevaba un vestido azul cielo por encima de las rodillas y una diadema en el pelo.

Sirius la levantó y la pequeña agarró su cuello con fuerza.

-Todos estará bien Halley, estaremos allí contigo en todo momento.-le susurró el ojigris al oído mientras con una mano sujetaba a la pequeña y con la otra agarraba la mano de Remus con fuerza.

Salieron de la casa y se aparecieron en uno de los callejones de Londres, habían decidido aparecerse para luego tomar el tren de vuelta.

Sirius soltó a Halley en el suelo, la pequeña tomó la mano de los dos adultos y anduvieron con paso nervioso hasta el edificio que se encontraba a un par de calles de distancia.

Caminaron en silencio, cada uno absorto en sus propios pensamientos hasta que llegaron frente al edificio.

Era un edificio antiguo con pinta de haber tenido mejores años, en la fachada había un cartel que ponía:

"Juzgados de Londres".

Sirius y Remus tragaron saliva, los nervios le hacían sudar las manos.
La pareja se miró un momento antes de mirar a Halley, la pequeña parecía que estaba a punto de salir corriendo.
Sirius y Remus se agacharon a la altura de Halley con la idea de tranquilizarla.

-Halley cariño vamos a estar contigo todo el tiempo-le empezó a decir Remus.

-No tienes nada de que preocuparte, los Dursley no se atreverán a tocarte.

Halley lo único que hizo fue asentir, Sirius la cogió en brazos y volviendo a agarrar la mano de Remus entraron en el juzgado.
Por dentro tenía mejor pinta que por fuera, el suelo era de piedra y las paredes eran blancas, se acercaron al mostrador y Remus preguntó de forma amable en que sala era el juicio contra los Dursley, el chico de la recepción le dijo que era en la sala siete.

Cuando entraron a la sala ya estaba casi todo el mundo, había varios testigos por parte de Sirius y Remus, ellos se sentaron en sus asientos correspondientes a la espera de que el juicio comenzara.

Pasaron unos minutos que a Sirius y Remus les parecían horas.
Al cabo de un cuarto de hora la puerta se abrió para ver a lo que Sirius creía por un instante una morsa, una jirafa y una pelota de playa rosa. Iba a decir una broma hasta que se dio cuenta de que eran los Dursley.
Sirius podía sentir a Halley temblar en su regazo.

Los Dursley se sentaron en sus asientos, su abogado les estaba esperando.
Sirius y Remus se miraron, habían contratado a una abogada squib pero esta parecía que iba a aparecer en el último momento.
Pasaron otros diez minutos y fue entonces cuando la abogada entró por la puerta.
Caminó hasta Sirius y Remus y se sentó en su asiento correspondiente.

-El juez no tardará en llegar-empezó a decir la mujer. Se volvió hacia la pequeña que estaba en el regazo de Sirius.-Hola, tú debes de ser Halley, yo soy Miranda ¿Estás nerviosa?-la pequeña no la miró, se limitó a asentir.

Mini Cornamenta:La historia de Halley PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora