𝓓𝓲𝓮𝓬𝓲𝓸𝓬𝓱𝓸

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Después de caminar unas cuantas calles, llegamos a un agradable restaurante y entramos sin dudar ni un segundo. Pensamos que sería probable que aquí nos podrían conseguir lo que se me antojaba.

—¡Bienvenidas!—exclamó una señorita con uniforme en cuanto tomamos asiento en una de las mesas del lugar—es un honor ser la mesera de Dua Lipa y Danielle White—sonreímos halagadas—¿puedo tomar su orden o necesitan un poco más de tiempo?—preguntó con educación.

—Muchas gracias por la atención—agradecí amigable.

—Y claro, ya estamos listas para ordenar—respondió Dua amable.

—Seguro, díganme, ¿qué van a ordenar?—cuestionó simpática.

—Me gustaría dos rebanadas de pizza de champiñones y una naranjada, por favor—pedí—¡ah!, y una paleta de kiwi—recordé.

—Claro, ¿algo más?—preguntó atenta.

—Si, aaamm...¿podrías traerme un poco de miel de maple y catsup?—dije haciendo que me vea divertida.

—Por supuesto—anotó en su libreta—¿y usted, señorita Lipa?—se dirigió a mi amiga.

Tomó la orden de Dua y amablemente se retiró para que minutos después nos trajera lo que habíamos pedido. Comimos entre una larga charla, en la cual, por cierto, me complací probando la paleta con miel y catsup. Fue placentero por un momento, pero finalmente me quité ese mal sabor que me quedo con un trago de mi bebida.

Cuando pagamos y nos despedimos de la elegante señorita que nos atendió, volvimos al hotel con la idea de ir al spa para tomarnos un momento más juntas.

Al estar en la recepción del spa, hicimos una reservación de inmediato que no tardó mucho en ser atendida porque no había gente dentro.

Dos chicas nos recibieron con gran entusiasmo y también nos dieron algunas indicaciones que tomar para que el proceso sea lo más beneficioso posible.

Pasamos una hora y media adentro, y después de agradecer su genuino servicio, regresamos a nuestra habitación para que Dua pudiera alistarse para su cita de esta noche.

—¿Y que vas a hacer mientras no esté?—preguntó maquillándose frente a un pequeño espejo.

—Tal vez vea una película—alcé mis hombros sentándome en mi cama.

—Interesante—dijo sin prestarme tanta atención. No me molesté por eso, porque sabía que estaba inquieta debido a que se encontraba nerviosa.

—Lo es—dije asintiendo sin interrumpirla más.

—Bueno, ya estoy lista—dijo volteando hacia mi.

—Te ves muy linda, Dua—dije sonriendo.

—¡Gracias, Dani!—dijo suspirando profundamente.

—Suerte en tu cita—le dije acercándome a ella para darle un abrazo—y tranquila, todo va a salir bien—dije separándome.

—Gracias de nuevo—sonrió—aaamm...okay, tal vez no llegué a dormir así que...—me miró tímida haciéndome verla divertida.

—No te esperaré—negué comprensiva.

—Bien, me tengo que ir—tomó su bolso—linda noche—me dió un beso en la mejilla.

—Igual—alcancé a decir antes de que se fuera de la habitación.

Unos segundos después me encontraba vomitando en el baño. ¡Mierda!

Después de haberme limpiado, fui a cambiarme por una pijama y regresé a acostarme en mi cama.

—Nos quedamos solos—dije tomando mi estómago. Era extraño y divertido a la vez hacer esto.

Después de ver la mayoría de los canales disponibles en la televisión, me detuve en uno donde estaban pasando alguna película de Adam Sandler. Me decidí por acompañar mi noche comiendo helado de vainilla, así que llamé al servicio del hotel para que pudieran traerme lo que pedí, y por suerte, no tardaron en llegar.

Fue una larga noche en la que disfruté de la soledad y relajación que me transmitía la habitación del hotel. Hasta que el sueño me ganó y dormí sin intenciones de esperar a Dua.

Al otro día

Desperté a las cinco y media de la mañana y noté que mi amiga aún no llegaba. Aunque, no me preocupé y le dejé de todas formas un mensaje diciendo que ya había despertado y que estaría en la playa.

No estaba acostumbrada a despertarme tan temprano, pero esta vez tuve que hacerlo porque tenía un increíble antojo de fresas y plátano. Por lo tanto, me coloqué una sudadera que me calentara de la fría madrugada y salí de la habitación.

Al bajar por el elevador me encontré a Scott, el educado botones que nos atendió el día en que llegamos. Se extrañó de verme despierta tan temprano y le expliqué la razón, así que amablemente se dispuso a conseguirme lo que yo tenía en mente, se lo agradecí enormemente cuando me dijo que me llevarían a la playa lo que había pedido. Así que me dirigí a mi destino y comencé a caminar descalza por la orilla, sintiendo como el agua iba y venía mojando mis pies. Era relajante, y ni hablar de la hermosa vista que presenciaba en estos momentos. Luego de que un mesero me llevara la fruta, decidí sentarme admirando el amanecer mientras comía está delicia.

—¡Dani!—llamó Dua corriendo hacia donde yo estaba.

—¿Cómo estás?, ¿qué tal te fue anoche?—pregunté en cuanto llegó.

—De lo mejor—sonrió agitada—ese chico es increíble—admitió.

—Me alegro por ti—dije amigable quedándonos en un corto silencio que ella rompió.

—¿Se te antojó?—preguntó señalando el plato entre mis manos.

—Así es—respondí entre risas.

Pasamos un momento entre amigas observando el amanecer mientras comíamos fresas y plátano. Fue increíble.

𝓝𝓾𝓮𝓿𝓮 𝓶𝓮𝓼𝓮𝓼・*:.˛ ˚𝗦𝗠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora