Capítulo 4

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Elliot agrandó los ojos.

Miró hacia Abelia, la cual se encontraba paralizada en su silla, con la mano apretada formando puño y la otra la tenía entrelazada con la de él. Tenía la boca ligeramente entre abierta, sus ojos verdes miraban hacia Luke con cierta confusión y decepción.

-La reunión final, será en tres días. Ahí también el culpable será castigado -dijo Elise Callister, y miró al público totalmente satisfecha. Salió del escenario, seguida de guardias y del guardia que sostenía a Luke del brazo.

Abelia miró a Elliot. Él ya estaba mirándola.

-Elliot, sé que Luke no es el culpable -murmuro ella, procurando que nadie más la oyera. Sería difícil que alguien lo hiciera, ya que todos salían de la sala de reuniones, haciendo mucho ruido-. Ni siquiera es un demonio. ¿Fue él quién te atacó?

Elliot negó con la cabeza. No sabía exactamente qué le diría.

-No recuerdo muy bien nada, Abelia -dijo con aires de resignación-. Ya te lo he dicho, no lo recuerdo.

Él estrujó sus manos sobre la tela de su pantalón y ella se paró rápidamente.

-¿Qué planeas hacer, Abey?

Abelia miró a su alrededor.

-Dar un pequeño paseo por el calabozo.

Elliot entreabrió la boca, listo para protestar.

-¿Qué? Abelia, no. Eso está totalmente prohibido. Hay una regla estricta que sólo tu madre y los de la corte, sin contar a los guardias, pueden entrar ahí -Elliot la miraba fijamente, se encontraba totalmente serio.

Abelia se encogió de hombros, como si todas esas reglas fueran tan importantes como las reglas de estatura en un parque infantil.

-Es una regla -repitió él, con voz queda.

-Las reglas son para romperse.

***

Los pasillos que dirigían al calabozo eran sombríos. Lo único que iluminaba aquel corredor era unas maderas con fuego, que se encontraban en las paredes, con distancia de quizá dos metros una de otra.

Cerca una de las celdas, que tenía luz tenue y un olor apestoso, vio un cadáver en descomposición. Al lado de aquella celda estaba él. Sus maldiciones se escuchaban por todas partes.

Luke levantó la cabeza y clavó sus ojos en Abelia.

-¿Qué haces aquí? -No parecía estar feliz- Nadie puede entrar. Está prohibido.

Abelia se acercó más a él. Luke tenía grandes bolsas de ojeras oscuras formadas debajo de sus ojos. Su cabello estaba ligeramente despeinado.

-Creo que me debes una explicación- contestó firmemente Abelia.

Luke no parecía dispuesto a dar explicaciones. Puso los ojos en blanco. No apodos, no respuestas. Claramente estaba irritado.

-¿Qué explicación quieres?

Abelia empezó a caminar en círculos.

-Una que me explique por qué estás aquí -dijo pellizcando suavemente su labio inferior. Estaba aguantando las ganas de gritarle. Y si él no respondía pronto, no podría contenerse más.

Luke rió sin ganas.

-¿Qué quieres que diga? -preguntó él, fijando sus ojos azules en ella.

-La verdad -respondió Abelia en tono de enfado-. Quiero que me digas la verdad

Luke suspiró y se sentó sobre el suelo de la celda con las piernas cruzadas, mirando fijamente a Abelia, que parecía algo muy lejano desde fuera de la celda.

In the Darkness (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora