CAPÍTULO 14: S.O.S

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-Herma...na...ayúdame- Aquel infantil susurro parecía disiparse frente el grotesco crujido palpitante, que se fundía entre la incesante respiración del henchido muchachito.

La pequeña niña, quizás un año mayor que él, no respondió, y entre enmudecidos sollozos, condujo hacia la boca, sus tiritantes dedos empapados en sangre. No debía gritar, no debía moverse; la voz del pequeño frente a sus ojos quebraba la voluntad de su joven alma. Prometió cuidar de él, pero ahora ¿Sería acaso capaz de hacerlo?

El niño se tambaleaba como un cadáver, mutilado de ambas piernas y con el tórax atravesado por una estaca, hacía rato que el emanar de sangre había cesado, y ahora en su lugar, permanecía una hedionda mucosa negruzca retorciéndose como si tuviera vida propia. Ella, agazapada en aquella gélida esquina, intentó levantarse, pero su pequeño hermanito extendió sus blanquecinos brazos, suplicando por su vida. Ella solo lloraba, lagrimeaba desconsolada, mordiendo sus punzantes labios que amenazaban con emitir un escandaloso sollozo de pavor.

De pronto la voz del pequeño pareció apagarse, y una gelatinosa baba blanquecina fue expulsada por su boca. Los henchidos ojos se tornaron carmesí y sus pequeños dientes de leche reventaron en su lugar, apareciendo como reemplazo, afilados colmillos de hueso, agrupados en una doble hilera de mortales cuchillos. Un monstruoso cacareo emitió de su garganta, acompañado de una acelerada caída del cabello. Su hermana se encontraba horrorizada, deslizándose lentamente hacia la puerta de aquella diminuta cocina. Sabía que estaba ocurriendo con su él, y comprendía que aquella grotesca blasfemia viviente ya no era su pequeño hermano. La muchacha tomó un filoso cuchillo, y devorando sus pavorosos temores, intentó acabar con la infeliz vida de aquel ser; por unos segundos contempló el pálido filo de acero, la diabólica metamorfosis aún continuaba, y ella, cerrando sus ojos, deseó que aquello solo fuera un mal sueño. Una infame pesadilla de la que pronto despertaría con el solo llamar de su madre.

Con los ojos aún cerrados, exclamó tres veces aquel cálido nombre, sin recibir alguna esperanzadora respuesta; aquello no era una pesadilla, no era un infernal sueño del que pudiera escapar, aquello frente a sus ojos reflejaba la más enfermiza y retorcida realidad, desnuda e insípida, bizarra y satírica.

-¿Da...vid?- Susurró ella, aun apretando el cuchillo entre sus pequeños dedos. El cadáver de su hermano había cesado de moverse y ahora, con los ojos cerrados, parecía al fin haber alcanzado la muerte. Pero ella comprendía que aquello estaba por iniciar, y aunque lo deseaba desde el insondable vacío de su alma, no podría matarlo. Las cuencas oculares de pronto se expandieron, emergiendo de ellos afilados colmillos, como si de dos diabólicas bocas se tratasen. Los ojos desaparecieron entre aquellas cuencas infernales, y tres serpenteantes lenguas babosas brotaron de sus fauces.

La muchacha retrocedió, y soltando el cuchillo, tomó una escoba de madera que se hallaba en una estancia tras la puerta. Aun así, no perdió de vista a su pequeño hermano, que ahora experimentaba el fin de la blasfema metamorfosis. Su hinchada y enrojecida garganta pareció de pronto deshilacharse y las vértebras tronaron siendo arrancadas del cadavérico cuerpo. La cabeza había caído al suelo y ella se preparó para lo peor, pues sabía que en aquel momento, afiladas patas de insecto, peludas y con diminutos dedos que recordaban la mano de un bebé, emergerían del mutilado cuello; y, como si se tratase de un arácnido salido del mismísimo averno, aquella blasfemia sin nombre acabaría todo vivo que encontrase en su camino.

Ella tiró la puerta sin siquiera voltear, solo corrió hacia la salida, oyendo a lo lejos un grotesco cacareo incesante, acompañado de un eco sinfónico, comprendiendo que más de tales blasfemias yacían al acecho. Brincó sobre una mesa, evitando tres cadáveres que yacían en el suelo, contempló por última vez el cuerpo desmenuzado de su madre, antes de alcanzar con un salto, la ventana destrozada que conducía hacia la acera.

En las Fauces del Vampiro (+18) [Actualizacion LENTA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora