CAPÍTULO 15 : MUSEUM

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–Como lo temíamos, el Vampiro ya estuvo aquí– Destrok se inclinó ante una extraña cabeza cercenada, de rasgos humanoides, pero con enormes colmillos emergiendo de sus fauces, inusuales y largas patas de artrópodo nacían del cuello, retraídas hacia la nuca. Una hedionda mucosa amarillenta emergía de la cúpula, reventada por lo que parecían ser múltiples disparos.

–Había oído sobre estas aberraciones– Comentó Mack, agachándose junto al temerario líder cazador– ¿Eran... almas sentenciadas? –.

–Almas condenadas– Respondió Destrok sin deseo de hacerlo– Algunos nigromantes suelen convocarlas utilizando las cabezas de sus víctimas...– El cazador se incorporó– Aquí ocurrió un tiroteo– Expresó, observando a la criatura aniquilada y los brillantes casquillos de bala que parecían conducir hacia el interior del museo.

Habían conducido hasta el lugar sin novedad, tomando la camioneta todoterreno de Moira; el trayecto se vio anormalmente despejado de alimañas, observándose solo las ya usuales fuentes de sangre y los desmenuzados cuerpos humanos, dotando a las antiguas calles coloniales de una enfermiza aura aletargada con la espesa neblina; conduciendo a través de un demencial sendero que parecía llorar frente a las decenas de cadáveres, que otrora fueron sus habitantes.

Ahora, frente a las enormes puertas de aquel viejo museo, edificado hacía más de un siglo, la naturaleza del espacio terrenal parecía incrementar el horror latente entre sus frágiles pórticos de acero. Pues las gruesas barras de metal se encontraban parcialmente dobladas, y la madera permanecía destrozada, quedando en su lugar un enorme hoyo, por el que seguramente el vampiro había penetrado, buscando desesperado aquella arcaica baratija de poder.

–¿Entonces, no encontró aquí su maldita sortija? –Regynia, se encaminó hacia el enorme agujero, contemplando fascinada la magnitud de aquella inhumana fuerza capaz de doblegar el acero como si se tratase de moldeable mantequilla. El panel que trazaba el nombre del museo "Historia de la Isla de Wrigth: Arqueología y Antropología" se encontraba quebrado y parte de este permanecía tambaleándose hacia el suelo, junto al cadáver de un regordete guardia de seguridad, empalado horriblemente desde el recto hasta la coronilla de su inerte cráneo.

–Pues averigüémoslo– Destrok indicó a ambos ingresar, permaneciendo unos segundos contemplando el antinatural espacio, enfermizamente sereno, manteniendo entre sus manos el tosco proyector ultravioleta– Este pequeño museo es uno de los más antiguos de Inglaterra. Si Murdock prefirió suicidarse antes que dejar que el vampiro asimilara sus recuerdos, entonces el conocía sobre esto... y sabía que el vampiro no encontraría aquella sortija–.

–Yo recorrí este museo muchas veces– Expresó Mack, contemplando el grotesco desorden que yacía en el interior de la arcaica construcción barroca. – Casi nunca encontraba gente por las tardes, y el ambiente sereno era agradable...–.

–Tiempos que no volverán, amigo mío– Destrok a la cabeza, había alcanzado ya la Sala de los guerreros, una de las estancias más antiguas de aquel viejo museo. En aquel salón, decorado rústicamente para asemejar el interior de un viejo castillo feudal, permanecían vestigios de la oscura edad media; armaduras del temple, tesoros y baratijas no muy valiosas, así como escudos y espadas, ornamentaban el exquisito lugar grabado en el tiempo; permanecían allí también dos anónimas momias que se decía, fueron halladas en la misma Isla y que se trataba de dos desconocidos caballeros templarios. Ambos esqueletos eran lo único que otorgaba al sitio un aspecto ligeramente macabro, pero con los horrores vistos allá afuera, aquel sitio parecía el lugar más acogedor. Una gruesa alfombra carmesí cubría el suelo, disipando las lagunas de sangre que se observaban descendiendo desde la pared, perdiéndose entre la tela roja. Aquella abundante sangre pertenecía a lo que parecían ser restos de alguno, o quizás algunos, guardias de seguridad; pues los montículos de carne cercenada e intestinos, yacían irreconocibles, desparramados como insanos ornamentos en las rugosas paredes, extendiéndose hasta el techo cupular, cubiertos por imitaciones de múltiples pinturas famosas. Pero, la pintura que resaltaba en la pared no correspondía a la época, y Regynia intuyó que esta había sido desplazada.

En las Fauces del Vampiro (+18) [Actualizacion LENTA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora