CAPÍTULO 20: Propósito

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El tiempo parecía acelerarse a cada segundo, la orden estaba dada, y las tropas, desplegándose entre el asfalto comenzaban a edificar un improvisado bastión, cerrando las calles que cruzaban el pequeño poblado de Brigthstone. Autos, muchos de ellos destrozados, ahora apilados impedían el ingreso hacia la plazuela cercana al grupo de viviendas, ya totalmente abandonadas; y en el núcleo del terreno, la vieja taberna se mantenía aún sobre sus desgastados cimientos. Varios francotiradores yacían en los pisos más altos de aquellos edificios, observando desde las ventanas cualquier inusual movimiento que se aproximara, no desde el suelo, sino a través de la espectral espesura nebulosa que permanecía suspendida como un pomposo cielo artificial capaz de regurgitar en cualquier instante a los diabólicos quirópteros humanoides.

Vadym y sus Spetsnaz hacía minutos que habían abandonado el lugar, adentrándose en las silenciosas calles asfaltadas rumbo a Shorweel, perforadas por insólitas raíces que por ratos parecían moverse como formas de vida tentaculares e independientes.

– Mitchel dice que observan luces encendidas en algunos edificios lejanos– Crawley acababa de abandonar uno de los no muy costosos hoteles de pinta hogareña, ahora carentes de toda comodidad humana.

– Es posible que aún haya gente oculta en sus casas – Moira parecía preocupada– ¿Creen que debamos traerlos? – .

– No– pronunció Preader– El vampiro sabe bien que este lugar es nuestro bastión, acoger civiles aquí solo sería exponerlos como carne de cañón, y aún si los trajéramos no podríamos cuidar a todos; si aún están vivos por mantenerse ocultos, entonces que así permanezcan. – .

– ¿Affeth, que hacen tus hombres con los cadáveres? – Preguntó de pronto el viejo cazador de bestias.

– Recogiéndolos, ordené que los apilaran en el frente, que sirvan como montículos en las barricadas...–.

– ¡¿Es un chiste?!– Morrison destiló indignación– Son cuerpos de personas que...–.

– Son cadáveres, policía– Krokh atravesó al alguacil con una funesta mirada– Fueron personas, ahora no son más que restos amorfos que solo servirían de abono–.

– Pero todos ellos...– Chaint palmeó el hombro de Morrison indicándole que no siguiera– Aún así, creo de debemos rescatar a los sobrevivientes allá afuera, sobre todo rescatar a quienes fueron secuestrados por el vampiro–.

– ¿Qué? ¿De qué hablas policía? – . Tod parecía confundido. Moira lo comprendió de pronto, pero por alguna razón decidió no entrometerse. Morrison parecía consumido por un aletargado sufrimiento, y aunque ahora yacía tranquilo, entendía que en el fondo su alma se hallaba sumergida en una angustia enfermiza.

– Antes de que llegaran, el vampiro vino y...–.

– Abbadon lo enfrentó, ya lo sabemos–. Pronunció Dragnak. El Destructor, que empujaba sin ayuda un viejo auto sin ruedas hacia la barricada este, oyó su nombre y dejando la chatarra en su lugar, se acercó con calma al grupo de líderes, que desde hacía varios minutos ya se encontraba afuera, supervisando el emplazamiento de aquella improvisada fortaleza.

– ¿Ocurre algo? – Preguntó tranquilo, había colocado su hacha clavada en el suelo, frente a la puerta de la taberna, y sin esta, las amenazantes flamas en sus ojos dejaban de existir, reflejando un rostro, que, aunque severo, era humano y común.

– ¡Tú la viste! – Morrison se mostró de pronto desesperado.

– ¿De qué habla? – Tod aún no comprendía las palabras del alguacil.

– ¿La vampiresa más pequeña? – El rostro pálido y espectral de la muchacha permanecía grabado en la memoria del Destructor.

– Mi hija, ¡Tu impediste que fuera por ella! – Vociferó Morrison fuera de sí. Y desplazándose en un arrebato de impotencia, liberándose de Chaint, se clavó frente al imponente cazador, rechinando los dientes consumido por la ira.

En las Fauces del Vampiro (+18) [Actualizacion LENTA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora