CAPÍTULO 21: Arsenal

44 4 4
                                    

El matorral aún se sacudía, por momentos con cierta agresividad, expeliendo guijarros y pequeñas ramas que caían tambaleándose al suelo. Preader, juntando su índice y medio, realizó una seña apuntando al Destructor, que se había detenido junto a ellos, pero permanecía tranquilo, de pie y con el hacha inflamada aún sobre sus hombros. Al comprender la señal, Abbadon avanzó hacia el comandante posicionándose junto a él.

– ¿Tienes idea de que puede ser? – Preguntó el viejo.

–Creo que...si– El Destructor dirigió su vista a la escopeta pesada que portaba el comandante, una Triple Crown, modificada con un tambor de munición extra, de color marfil con los cañones azabaches; en la empuñadura yacía el bajorrelieve de un cráneo bicorne y la inscripción de "2 Samuel 22:35". –Dime que son expansivas–. Susurró.

–Lo suficiente para reventar el cráneo de un elefante –.

Abbadon entonces extendió el hacha blandiéndola con su derecha. – ¡Prepárense! – Exclamó a viva voz, golpeando el suelo con la pesada cuchilla negra. El sacudir se detuvo por unos segundos, el hacha permanecía clavada atravesando el inestable terreno lodoso que expelía un ya casi usual hedor a azufre. De pronto la tierra se sacudió y del matorral, una explosión de polvo y fango pareció reventar regurgitada del afónico sedimento, acompañada de agónicos gruñidos que parecían envolver el escenario proviniendo de todas las direcciones, como espectros maldecidos, rodeando a la minúscula tropa. Un montículo se movió de pronto bajo el suelo, remeciendo la tierra y una grotesca cabeza, zoomorfa y enorme, emergió como una diabólica serpiente, armada con filosos colmillos y una boca tan grande como el tronco de un hombre.

En segundos, la monstruosa cabeza de ocho ojos, cayó cercenada y su aceitosa sangre empapó el hacha del Destructor.

– ¡Avancen ahora! – Ordenó Preader. Un segundo gusano emergió entonces frente al viejo, y abriendo sus enormes fauces arremetió contra el comandante, pero este apretando el gatillo de la Crown, disparó en la boca de la criatura reventándola desde adentro. El tiempo era escaso, nuevos gruñidos se oían cercanos y la tambaleante tierra volvía a sacudirse. El grupo emprendió la carrera, atravesando en pocos segundos el pórtico de la granja, la figura de Abbadon se perdía de nuevo tras ellos, y el agudo alarido que aquellos gusanos expelían al morir, comenzó a reproducirse como una fúnebre psicofonía.

– ¡No se detengan! – Exclamó el comandante, que, pese a su edad, se mantenía a la cabeza del grupo. Tres montículos avanzaban rápidamente tras ellos, persiguiendo a sus presas como serpientes bajo las dunas del Sahara. Aswad entonces, sin detenerse dio media vuelta; una nueva explosión se oyó en el suelo y Dan, de los Whiteboar, impulsándose con un salto apenas escapó de aquella letal mordida. Aswad disparó hacia la cabeza de la bestia, reventando siete de sus ocho ojos, pero la estructura de su ser parecía reforzada con un exoesqueleto quitinoso. Dan había caído a escasos centímetros del gusano y manteniéndose en el suelo disparó contra el tronco emergente de la bestia, pero aquella armadura de hueso no pareció recibir daño.

– ¡A su boca! – Gritó Preader, pero entonces la criatura, del exterior inferior de su mandíbula, extendió un largo apéndice rematado en una filosa cuchilla hueca de casi metro y medio de largo; y como si de un puñal se tratase, atravesó a Dan por la ingle, enviándolo hacia sus fauces y sumergiéndose de nuevo.

–Mierd...– .

Tres gusanos emergieron de pronto, casi rodeando al grupo que había detenido su carrera por unos instantes. Aswad giró para alcanzar a la tropa, pero aquel gusano sin ojos, ascendió bajo sus pies atrapando al fornido cazador en sus diabólicas mandíbulas. Los dientes de la bestia perforaron su tronco, atravesándolo cual "doncella de hierro". Una segunda mandíbula interna comenzaba a masticar sus piernas y desollaba la carne, que parecía hervir y disolverse en un salivar ácido que mezclaba henchidas entrañas con los frágiles huesos humanos. El cazador soltó su escopeta, y ante los últimos segundos de lucidez, empuñó sus dos cimitarras mientras descendía parcialmente cercenado hacia la sepultura en aquel estómago putrefacto. Atravesó entonces, desde el interior, la cabeza de la bestia, que, después de emitir su diabólico canto de muerte, cayó inerte.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 27, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

En las Fauces del Vampiro (+18) [Actualizacion LENTA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora