her | h.s.

Tres.

Pasó un mes desde mi caminata con Ella. Estoy ahorrando el dinero que gano en la cafetería para luego usarlo en cosas importantes, o quizás gastarlo en idioteces.

Mi relación con el mundo sigue igual que siempre, aunque ahora hay una persona que me habla: Ella.

En estas semanas descubrí que es una chica muy demostrativa, carismática e hiperactiva. Siempre parece estar de buen humor o haciendo chistes para hacerme reír, aunque nunca lo haya logrado. Sé que tiene buenas intenciones pero no quiero volver a sufrir la pérdida de alguien, así que prefiero no demostrar cuán buena persona es o cuánto aprecio le tengo (aunque sea casi nulo).

Admito que pasar tiempo con Ella me hace sentir un poco mejor de lo que normalmente me siento. Su sonrisa imborrable y su buen humor permanente logran darme ganas de seguir. Personas así no se encuentran seguido.

Esta noche hay una tormenta torrencial, y quiero que sepan que yo amo las tormentas, así que mi humor es bastante bueno hoy.

Camino a paso lento debajo de la fuerte lluvia, dirigiéndome a la cafetería en la que prácticamente vivo.

Abro la puerta y lo primero que noto es una pareja compartiendo una taza de chocolate caliente. Se miran como si el mundo no existiese y ellos dos fuesen los únicos en el lugar. Me pregunto si eso será el verdadero amor, si en serio tendremos el pensamiento tan egoísta de creer que nadie nos rodea.

Busco a Ella con la mirada y descubro que ya estaba siendo observado por sus curiosos ojos. Me sonríe y yo asiento en forma de saludo.

—¡Estás empapado, Harry! ¿Cómo se te ocurre caminar por debajo de la lluvia con esta tormenta? —Reprocha mientras me empuja dentro del pequeño baño para asistentes.

—Es agua, no ácido, Ella.

Rueda los ojos y me lanza una toalla.

—Sécate, iré a buscar alguna camisa de tu talla.

Antes de que salga, la detengo.

—Está bien... Estoy bien.

—¡No, no lo estás! ¡Mírate! ¡Estás empapado y vas a agarrar una neumonía! —Grita escandalizada— ¡Aparte no puedes atender así a los clientes, Harry!

Quiero tomarla del brazo pero siento que sería descortés, así que sólo respondo tranquilamente.

—Si ir a buscarme una camisa te hará dormir por la noche; entonces hazlo, pero a mi no me molesta estar así —señalo mi ropa—. Es más, me encanta la lluvia, así que no me interesa.

—La lluvia es horrible, Harry, deja de decir idioteces. —Me regaña.

Y por primera vez desde que la conozco; veo un signo de tristeza cruzar por sus rojos ojos.

—¿Por qué? Es lluvia, es natural. No tiene nada de malo. —Murmuro.

—No tiene nada malo pero hace mucho mal... —Explica negando con la cabeza— Olvídalo, iré por ropa seca. Quédate aquí.

—¡Ella, espera! —Grito antes de que se vaya completamente. Gira sólo la cabeza y me observa— ¿Por qué odias la lluvia?

Suspira y se va, dejándome intrigado.

Espero pacientemente a que regrese para llenarla de incógnitas.

—Aquí ti... —La interrumpo.

—No me respondiste, Ella.

Sonríe dulcemente y responde: —Tú tampoco respondes todo lo que pregunto, Harry.

Ruedo los ojos y prosigo con mi cuestionario.