Dos.

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Entro a la cafetería dos minutos antes de mi horario de entrada y camino hasta el mostrador.

—¿Ella? —La llamo desde mi lugar.

Aparece a los segundos y se puede apreciar notablemente que tiene los ojos rojos.

—¿Qué sucede, Harry? Llegaste a tiempo justo —Halaga.

—Lo sé, ¿puedes decirme dónde están las cosas que debo utilizar? —Pregunto mientras me coloco el delantal.

—Ven aquí.

La sigo dentro de la cocina y me entrega artículos de limpieza y un trapo limpio.

—Las mesas ya están limpias porque hoy no tuvimos muchos clientes y me tocó limpiarlas, así que deberás esperar a que tengamos más gente con sus pedidos ya bebidos.

Asiento para que sepa que le estoy prestando atención.

—¿Quieres quedarte conmigo mientras la cafetería se llena?

Me encojo de hombros y tomo asiento enfrente suyo, observándola atentamente. Es pálida y tiene ojos azules, su cabello negro está recogido en una coleta alta, y aparte de esto, puedo notar que también está examinándome.

—¿No te molestan tantos rizos en tu rostro? —Cuestiona.

—Un poco. —Digo sin importancia mientras observo sus facciones o las pequeñas arrugas en su ropa.

—Tengo una bandana, ¿la quieres? Realmente no la uso.

Asiento y la observo desatar el pañuelo de su muñeca. Se levanta de su asiento y se coloca detrás mío.

—¿Puedo? —Pregunta.

Esta chica me sorprende un poco más cada segundo que pasa.

—Sólo porque me gusta que toquen mi cabello.

Ella sonríe aceptando y comienza a recoger todos mis rizos hacia atrás. Sus uñas logran que mi piel se erize ante el tacto constante y, no voy a mentir; me gusta mucho.

—Tienes mucha cantidad de cabello, me gusta. Es suave. —Murmura despreocupada.

Cierro mis ojos mientras espero a que termine y cuando finalmente lo hace, la observo.

—Gracias.

—No es nada. Ven, vamos. Chris está atendiendo clientes nuevos.

Me levanto de mi lugar y camino con todo lo necesario en manos.

La pequeña cafetería se había llenado en cuestión de minutos, así que había personas esperando que las mesas estén limpias para poder ocuparlas.

—Tú limpia esas dos filas y yo limpio estas dos —Indica Ella.

Asiento y comienzo a limpiar las mesas que se encontraban sucias, tomándome la dedicación de limpiar hasta la más mínima miga.

—Hoy tendrás un buen sueldo, Harry... —Canturrea Ella mientras pasa por mi lado.

Me impresiona la cantidad de gente que puede venir a una cafetería a estas horas de la noche. Es reconfortante saber que no soy el único maniático que tiene una adicción a la cafeína.

Limpio el sudor de mi frente luego de haber terminado mi turno y dejo el delantal guardado en un casillero que Ella me asignó.

Las dos últimas horas del turno nos habían matado. Éramos sólo nosotros dos atendiendo; Ella cobraba los pedidos y los hacía, mientras yo los entregaba y luego limpiaba las mesas.

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