Diecisiete.

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Escuchos sus paso rápidos y siento la necesidad de correr pero, en su lugar, me quedo quieto como una momia.

Se para frente a mí y me observo delicadamente.

—Lo lamento. —murmura.

Frunzo mi ceño, estupefacto. ¿En serio está pidiéndome perdón ahora? Pensé que no lo haría nunca.

—¿Qué? —Cuestiono sin creerlo.

—Que lo lamento, Harry. Estos días fueron complicados para mí y necesitaba descargarme con alguien... Chris me dijo que debía pedirte perdón y creo que tiene razón.

Niego con mi cabeza y suelto un suspiro. Claro, debí suponerlo... Si no fuese por Chris no me pediría perdón. Ella en realidad no lo siente.

—¿Crees que tiene razón?  —me cruzo de brazos— Si me vas a pedir perdón hazlo porque tú quieres, no porque Chris te dijo que deberías hacerlo. —Suelto.

Ella me mira con sus cejas alzadas.

—Agradece que siquiera te estoy pidiendo perdón, Harry.

Ruedo los ojos. Me importa una mierda su perdón si no es sincero.

—Si te hace sentir mejor que te perdone, entonces bien; te perdono. Pero en realidad no me interesa.

Su rostro es un enigma, no sé si está enojada, triste o decepcionada. Cualquiera de esas variables son malas así que intento no pensar demasiado en eso.

—¿No te interesa? —Repite, incrédula.

Asiento y meto mis manos en los bolsillos delanteros de mi jean, con mis hombros erguidos.

—Creí que cuando estabas a punto de besarme dijiste que no sentíamos nada por el otro refiriéndote a que no me deseas de esa forma, no porque no me quieres en absoluto. —Espeta secamente, mirándome a los ojos.

No respondo rápido ya que no sé si la quiero. Tampoco sé si quiero volver a tener su amistad -o lo que sea que fue esto- devuelta.

Ella se ríe sin creerlo y comienza a caminar lejos de mi pero, en un acto reflejo, jalo su brazo y la encierro entre la pared y mis brazos. Ella observa mis ojos firmemente, sin dejarse intimidar por mi altura o mis brazos encerrándola.

—¿Quieres la verdad? Bien: Te aprecio, Ella. Eres, después de mi hermano, la mejor persona que conozco, pero estos días en los que me ignoraste completamente, supe que vivir sin ti es tan fácil como vivir contigo. —Tomo un respiro y me percato de sus ojos llenos de emociones— Te aprecio, Ella —Repito—, pero eso no te da el poder de irte y volver cuando lo creas necesario, o aún peor: porque Chris te dice que deberías hacerlo.

Intento estabilizar mi respiración, ya que hable demasiado en poco tiempo.

Ella empuja mi pecho con ambas manos, intentando salir de donde está, pero al ver que no me muevo comienza a golpearme con sus puños contra mi pecho. Tomo sus muñecas y las coloco sobre su cabeza, acercándome a su rostro.

Noto que sus ojos están empañados y algo en mi interior parece querer romperse.

Me observa con sus ojos llenos de lágrimas y suelto una de sus muñecas para posicionar mi mano en su cadera, acariciándola con mi pulgar.

—Te odio porque tienes razón, Harry. No puedo irme y volver todo el tiempo esperando que tú estés ahí para mí, lo sé —observa hacia sus zapatillas y niega con su cabeza—, pero eso es lo que todos me enseñaron cuando era pequeña y es así como soy. Lo siento, ¿de acuerdo? —me observa— Va a haber días en los que me iré y no me verás por semanas, quizás años, pero siempre volveré esperando que aún me recuerdes. —moja sus labios y mira hacia el cielo, intentando alejar las lágrimas que están a punto de caer por sus ojos.

her | h.s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora