Cinco.

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Mi pulso se acelera al escuchar sus palabras. Ella tenía razón; nada está bien. ¿Por qué tenemos que actuar como si estuviésemos reparados, si estamos jodidamente rotos?

Mi madre me preparó para nunca caer; nunca fallar. O al menos nunca demostrarlo. Y yo crecí con el firme pensamiento de que caer es ser débil y que ser débil está mal, nunca demostré debilidad y si la demostré fue por error.

Hay una sola cosa que no puedo dejar de hacer y es cometer errores. No puedo dejar de ser imperfecto y, lo siento mamá, pero es lo que soy. Eso nunca lo podré cambiar.

Mi madre hacía ballet, era una de las mejores y estaba claro por qué; Emilie era perfecta. Las puntas de sus zapatos acariciaban el suelo y sus piernas eran un vaivén de emociones. Se perdía en el ballet y dejaba que todos nos perdiéramos con ella. Sus ojos siempre reflejaban pasión; amor por lo que hacía. Nunca demostró debilidad y sé que murió siendo lo suficientemente valiente como para quitarse la vida... Pero murió siendo débil ante esta.

Los tibios labios de Ella sobre mi cuello hicieron presencia en mis pensamientos, sacándome de ellos y enviándome a lo que probablemente es el paraíso.

—Dime algo, Harry. —Susurra besando mi cuello, esperando mi respuesta.

—Mi mente es un desastre y quisiera olvidarme de todo por una noche. —Respondo y siento sus labios sonreír contra mi piel.

—Yo no puedo ayudarte a olvidar, pero puedo intentar ayudarte a superar.

Río sin felicidad.

—No lo creo. Ya lo intentaron y fallaron.

—Un intento más no lastima a nadie, ¿verdad?

Suspiro con ganas y conecto mi mirada con la suya.

—Nadie puede arreglarme, Ella.

Sonríe y responde: —Yo no quiero arreglarte, Harry. Quiero enseñarte a vivir, a disfrutar... A sonreír.

—¿Y cómo pretendes hacerlo? —Alzo una ceja.

—Comencemos por el principio... ¿Qué piensas de mí, Harry?

Mojo mis labios y respondo con seguridad.

—Cuando te observo no pienso en nada, me dejo llevar por tu humor y tu sonrisa. Pero... —Vuelvo a mojar mis labios, inseguro—, pienso que eres hermosa, Ella.

Supongo que mis mejillas están sonrojadas porque sus ojos me están inspeccionando como si fuese un bicho raro.

—¿En serio piensas eso?

—Definitivamente. —Respondo sin pensarlo dos veces— ¿Y tú? ¿Qué piensas sobre mí?

—Pienso que eres enigmático, todo un misterio. También pienso que eres hermoso, bastante.

Una sonrisa escapa de mis labios e instantáneamente la borro, reprochándome a mí mismo.

Ella esconde su rostro en mi pecho mientras suelta un bostezo.

—Tenemos que dormir. —Susurro mientras acaricio sus piernas con una mano y con la otra acaricio su cabello.

—Mhm, me parece una genial idea, Harry. Hasta mañana. —Sus labios hacen rápido contacto en mi mejilla.

—Hasta mañana, Ella. Descansa.

Cerramos los ojos al mismo tiempo y puedo decir que caigo en un profundo sueño, en el cual una chica de ojos azules me está sonriendo.

Unos gritos invaden mis sueños y siento que desespero completamente. Abro mis ojos, escandalizado. Ella está llorando a mi lado y tiene sus ojos cerrados, sin dejar de gritar.

her | h.s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora