Cuatro.

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Mi turno termina y comienzo a quitarme el delantal. Me dirijo al baño y me pongo mi ropa anterior aunque aún esté húmeda. La lluvia sigue cayendo así que no me preocupo mucho por mi ropa mojada.

Salgo del pequeño cubículo y me encuentro con Ella sola, sentada en una mesa. Noto un temblor en sus manos y su rostro sonrojado.

Veo una pequeña nota en el mostrador y me acerco a leerla:

"Intentaré ir a casa. Aquí tienes las llaves, cierra el local, por favor. Nos vemos mañana, Mrs. Yo No Sonrío.
                                                       Ella."

Frunzo el ceño al entender la situación: Ella intentó irse pero probablemente tuvo un ataque de pánico y no pudo lograrlo, así que está aquí. No sé si esta esperándome o intentando calmarse, pero de igual forma tomo asiento enfrente de ella.

Sus manos se ven pequeñas y aunque sé que terminaré arrepintiéndome; las tomo entre mis manos, jugando con sus dedos o dándoles calor con mis manos.

—No sé qué ocurrió y no quiero que me lo expliques si no quieres hacerlo, pero puedo ofrecerte algo.

Me observa atentamente pero no me habla. Sus ojos están rojos y asumo que ha estado llorando.

—Puedo acompañarte a tu casa o puedes venir a la mía. —Ofrezco, intentando que se sienta mejor.

Apreta mi mano y juega con mis nudillos. Sus dedos comienzan a subir y acaricia mi muñeca con mucha suavidad, causándome escalofríos.

—No quiero estorbar. Gracias de todas formas. —Sus dedos curiosean por mi piel y sé que mi corazón está acelerándose.

No recibo ninguna caricia desde que mamá falleció.

—Vivo solo y no estorbas, al menos no a mí. Así que no te preocupes. —Asiento y agrego en un susurro: —Deberías aceptar esta oportunidad porque no creo que alguna vez vuelva a ser amable. —Bromeo o al menos lo intento. Sé que mi intento de broma probablemente sea cierta.

Ella asiente y se levanta sin ánimos de su asiento, yo imito su acción y me acerco hacia su cuerpo.

—Vamos —Paso un brazo por encima de su hombro y la sujeto fuertemente contra mí, sin llegar al extremo de lastimarla.

Antes de irnos, cierro el local y me aseguro de que todo esta en su lugar. Una vez listos, caminamos lentamente hacia mi casa.

Ella sujeta mi remera con mucha fuerza, y no la culpo por ello. Yo haría lo mismo si me llevasen a la tumba de mi madre.

Mi mano comienza a hacer caricias en su brazo descubierto, intentando calmarla aunque sea un poco. Puedo sentir su respiración caliente en mi pecho, ya que tiene su rostro escondido ahí.

—Ya casi llegamos, Ella. —Susurro.

Es mentira, en realidad faltan tres cuadras pero siento que eso podría calmar su pánico un poco.

—¿Cuánto falta? —Pregunta.

—Poco, falta poco.

Caminamos en silencio las cuadras restantes y apenas llegamos a mi casa, Ella se adentra rápidamente y me pide algo de ropa seca, lo cual respondo con un sí.

Busco a tientas una camisa negra de mangas largas y me acerco a su pequeño cuerpo.

—Si quieres puedo prestarte un boxer, pero en serio creo que no lo necesitarás. Es una remera bastante larga. A mí me queda grande, así que...

—¿Por qué te queda grande?

—Era de mi padre. —Me encojo de hombros— Ven, vamos. Aquí está el baño. Puedes darte una ducha. Tomate el tiempo que quieras.

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