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––Llámame loca, pero no estoy entendiendo esto que está haciendo el Atlético... ––le comenté a Ana mientras veíamos el partido.

––Pero si tampoco están jugando tan mal.

La miré con una ceja levanta, pobre e ilusa mujer que seguía con su confianza al 100% en lo que estaba haciendo el equipo de mi primo.

––No es por desilusionarte, ni nada de eso, pero el Leganés les está dando un follada del quince desde hace más de media hora... ––Ana me dio un zape en la nuca.

––Esa boca.

Suspiré y volví la vista al campo. Había sido empezar la segunda parte y al Atleti le habían empezado a llover tarjetas amarillas como si se regalasen, una de ellas fue para Mario, porque las cosas como son, cuando quiere el hombre puede ser un completo bestia en el campo. Al igual que mi primo, Saúl estaba jugando de titular, cosa que me alegraba porque no se me había olvidado vestir su camiseta. Ana se sorprendió cuando me vio bajar con ella puesta, se había emocionado porque pensaba que llevaba puesta la de Mario. Siempre que había partido y tal y como había podido observar, Ana dejaba la camiseta de mi primo encima de un banco a los pies de mi cama mientras dormía, ella tenía la esperanza de que en algún momento me la pusiera y si no era el caso, se la guardaba en el bolso y la llevaba al partido. Su cara de felicidad al verme bajar hoy con la camiseta valía oro, lo malo fue que en cuanto miró la espalda el gesto se volvió uno triste.

––¿Pero que cojones haces este tío?

Me levanté indignada en cuanto vi que pretendían cambiar a un defensa, Mario, por un delantero cuando poco más y el Leganés les dejaba salir medio metro de su campo.

––¡La boca! ––gritó Ana ––Te juro que voy a empezar a cobraros por las malas palabras que usáis, entre Mario y tú, vais a conseguir que gane más de lo que me pagan.

––Si, pues no quieres saber lo que está soltando el señor por la boca ahora mismo...

Nosotras estábamos sentadas a la izquierda del banquillo que usaba el Atlético, en las primeras filas, tal y como le había pedido a Mario. Vi a mi primo acercarse por la banda soltando Dios sabe qué por la boca mientras se limpiaba el sudor de la cara con las camiseta. Miró brevemente hacia nosotros antes de sentarse de nuevo en el banquillo, yo resoplé y le miré. Susurré un "tranquilo" y solo puso mala cara. Sí, la verdad es que tenía razón, el partido estaba siendo una tremenda mierda.

Me senté de nuevo y miré el móvil, Marco estaba hablando conmigo sobre el partido, preguntándome si lo estaba viendo mejor desde aquí que él desde su televisión. Le respondí que seguramente daba igual de asco verles jugar en vivo que desde la tele. Bastante gente se puso a gritar y yo levanté la mirada del móvil, Ana estaba de pie aplaudiendo, por lo visto el Atleti acababa de marcar. Ella me miró, esperando a que yo hiciera lo mismo.

––No ––dije, bastante tenía con venir al partido y llevar una camiseta, no iba también a celebrarlo.

Mi pierna se empezó a mover nerviosa cuando faltaban los últimos momento para que el partido terminase. En cuanto el árbitro pitó el final, me levanté como un resorte y gritando "por fín", lo que provocó que mucha gente me mirase, incluido Mario desde el banquillo. Me acerqué a las vallas y le hice un gesto para que él se acercase también.

––Vamos a ir a cenar, así que como tardes más de quince minutos en la ducha, te juro que te dejamos en tierra.

––Pero... somos más de quince tíos, ¿cómo cojones quieres que tarde menos de quince minutos?

Miré el reloj en mi muñeca, luego le sonreí.

––Ahora tienes trece minutos.

Su cara cambió de semblante y salió corriendo hacia el túnel de vestuarios. Ana me dijo que iba a ir saliendo, pero yo me quedé en el sitio cuando vi a Saúl acercarse hasta el lugar en el que yo estaba. Me apoyé más en la valla y sonreí mientras él venía caminando.

Pasado ¿pisado?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora