Me levanté de la cama en cuanto escuché voces en el piso de abajo. Cogí mis cosas rápidamente del suelo y sin hacer ruido me fui directa a mi habitación, cerré la puerta muy despacio y dejé las cosas en el banco de la cama, luego me puse el pijama y me metí en la cama y cogí el móvil, escuchando la voz de mi madre acercarse.
––¿Estás despierta? ––preguntó mi madre.
––Sí.
––¿De quién es esa ropa? ––miré hacia la ropa de Saúl, encima del banco.
––De Saúl, estuve en su casa bañándome en la piscina, luego llamé a Mario y me trajo a casa, ¿te vale?
Mi madre me miró seriamente, no me creía nada de lo que decía, lo sabía perfectamente pero me daba igual. Salió por la puerta y me dejé caer en la almohada de nuevo, me llevé una mano a la frente y sonreí cual estúpida. No me podía creer lo que acababa de hacer con Mario, en mi propia casa, de nuevo.
ϮϮϮϮ
La mañana se me pasó rápido, mi madre estaba encerrada en su habitación haciendo sus cosas, papá estaba de viaje, Ana en la cocina y Mario entrenando. No había tenido la oportunidad de verle antes de que se fuese, en parte porque aún estaba durmiendo y si había entrado en la habitación, no me había enterado. Estaba tumbada en la cama mirando el móvil, en unos días serían los partidos de Champions, desgraciadamente no podría ir a París para ver al Madrid, pero sí que iba a ir a ver al Atlético contra la Juventus.
Hablaba con Noa sobre lo que había pasado la noche anterior, ella se sorprendió, aunque luego admitió que sabía que acabaría pasando, también hablamos sobre el partido, iríamos juntas al mismo palco. La puerta de mi habitación se abrió de golpe, me sobresalté.
––¡Creo que había dejado muy claro cómo tenían que ser las cosas con Mario ––me gritó mi madre.
––¿Pero qué dices ahora?
––Acaba de venir Saúl diciendo que ayer, tu primo te sacó arrastras de su casa sin razón alguna ––cogió mi teléfono y lo lanzó al otro lado de la cama ––. Te he dicho millones de veces que te alejes de él. ¡Y no pienso repetírtelo nunca más!
––¿Cuál es tu maldito problema con él? ¡No lo entiendo!
––¡No pienso permitir que mi hija vuelva a intentar suicidarse por su culpa!
Me quedé en silencio, quise gritarle de todo... Entiendo que no quería que yo sufriese, pero no puede culparle a él de todo. Cogió su teléfono y miró la pantalla, poco después sonó la puerta de la casa y miré la hora en el reloj, abrí los ojos y rápidamente salí de la habitación. Bajé las escaleras de dos en dos, procurando no retorcerme ningún tobillo y fui directamente hasta Mario, quien me miraba confuso.
––Tienes que irte, sino mi madre... ––no me dejó acabar.
––¿Qué dices? ¿Qué pasa?
––Mi madre se ha vuelto loca, Saúl estuvo aquí y...
Quitó mis manos de su pecho y las bajó, mirando lo que había por detrás de mi hombro. Mi madre bajaba claramente furiosa las escaleras, Ana salió de la cocina cuando escuchó el jaleo y mientras, Mario me ponía detrás de su cuerpo para quedar frente a ella.
––Te dije que iba a intentar convivir contigo, pero desde que has llegado o has causado más que problemas ––le recriminó a Mario, él no decía nada, solo me mantenía sujeta detrás de él ––. Corre a la habitación y empieza a recoger tus cosas, en esta casa no volverás a pasar ni una noche más.