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—¿Entonces has dejado a tus queridos Mario y Saúl para venir conmigo a un partido del Madrid? Voy a sentirme afortunado.

Asensio nos acompañaba por los entresijos del Bernabéu, un sitio al que había querido ir desde hacía años y que por fin, había podido conocer. Él iba tan tranquilo mientras que yo iba observándolo todo a mi alrededor.

—Y lo peor, es que me ha arrastrado a mí con ella... —dijo Noa.

Cierto, Ana no podía acompañarme hoy porque tenía que ayudar a mi madre con algunas cosas y por eso, me había obligado a llamar a alguien para que me acompañara, Noa resultó ser la perjudicada. Porque igual que yo le tenía manía al Metropolitano, seguro que ella se lo tenía al Bernabéu.

—Sí, muy bien todo, pero yo quiero ver a Hazard. Gracias —pedí, buscando con la mirada a los jugadores.

Poco después empezaron a llegar los jugadores y Marco se acercó de los primeros para darles ánimos antes del partido. Luego se quedó hablando con Sergio, el capitán asintió y le guiñó el ojo. Le dio un pequeño golpe en el hombre y nos saludó amablemente con la mano. Marco volvió hacia nosotras y nos dijo que después del partido podríamos hablar con ellos tranquilamente.

—Hablará Alana, porque al único madridista al que le dirigiría mínimamente la palabra, es a Marcos Llorente y mira, está en el Atleti.

Puse mala cara porque luego encima recordé que Mario había estado jugando en el Madrid y que hubo posibilidades de que volviese y solo consigo querer darme de frente contra una pared. Llegamos al palco y nos sentamos a esperar a que comenzase el partido. Miré a Marco, que no dejaba el móvil tranquilo, iba a fundirle la batería en menos de lo que tarda uno de en decir "gol".

—¿Con quién hablas tan concentrado? —pregunté.

—¿Yo? Con nadie.

—Ya, claro y yo no me he acostado en con mi primo. A otro perro con ese hueso, Asensio.

—¿¡Has tenido sexo con Mario!?

Cuando Noa hizo la pregunta, me llevé la mano a la boca directamente. Me quejaba de que Mario se lo había contado a Marcos y ahora, gracias a mí, lo sabían tanto Marco como Noa, aunque lo de Noa había sido más bien accidentalmente. Me miraba como si hubiese hecho la mayor de las prohibiciones, que vale, no era muy cristiano, pero debía entender que soy humana, no soy de piedra, y mi primo tenía, no uno, sino varios polvazos.

—Te cuento la versión corta y le pides explicaciones a tu novio, que al parecer Mario es tan bocazas como yo.

Noa coge su móvil al momento y empieza a mandarle mensajes a su novio cual desquiciada y exigiéndole que le contase todo. Yo miré a Marco, que seguramente pensaba que se había escaqueado de mi interrogatorio, pero estaba equivocado.

—Ahora, desembucha.

Le quité el móvil y empecé a leer la conversación. Hablaba con una chica que según me había contando, era de Sevilla, pero estaba estudiando derecho en Madrid. Hablaban de quedar algún día para tomar algo, miré a mi amigo, estaba totalmente rojo y eso me gustaba, me gustaba que estuviese feliz, se lo merecía.

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El partido terminó con un 3-2 a favor del equipo madrileño, había terminado sufriendo en un partido que había comenzado con ellos en la delantera. Me había gustado mucho el momento en el Hazard salió al campo y empezó a asomar la patita por debajo de la puerta. Dejó ver detalles que me hicieron tener muy claro que, desde hacía mucho tiempo, Hazard había sido uno de los mejores fichajes del Madrid. Siempre había pensado que lo que hace que disfrutemos un partido no son los goles que se marquen, son un factor importante, pero lo realmente gratificante es poder ver jugadores como Benzema o Hazard. Dejan detalles en el campo que muy pocos pueden hacer. Prefiero ver mil veces un partido en el que no haya goles pero sí cosas como estas, a un partido en el que se marquen veinticinco goles.

Pasado ¿pisado?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora