5 AÑOS DESPUÉS
—Ahora vamos a hablar con el claro protagonista del partido, Mario Hermoso —intenté abrir los ojos, pero me estaba costando —. Un gol que ha dado la victoria en una situación que recuerda mucho al gol de Sergio Ramos en la décima. Enhorabuena Mario, ¿cómo te sientes al ser el salvador del partido?
Conseguí abrir los ojos, el problema era que la luz no me permitía ver bien lo que estaba pasando.
—Pues ha sido un año difícil, el equipo ha pasado por bastante subidas y bajadas, pero muy orgulloso de haber ayudado al equipo a conseguir una Champions más.
—Sorprendiste el año pasado cuando decidiste venir al Real Madrid, ¿a qué se debió la decisión después de las buenas temporadas en el Atlético?
—Bueno, tengo a una persona bastante especial que se encuentra en una situación delicada y siempre tuvo el sueño de verme jugar en el Real Madrid. Cierto es que mi paso por el Atlético fue maravilloso, pero creo que esto era algo que debía hacer —estaba sola en la habitación, no había nadie, solo la televisión encendida —. Cada partido, cada gol, incluido el de hoy son por y para esa persona.
—He de felicitarte también por tu reciente compromiso y una última pregunta, ¿considerarías los años pasados desde tu llegada al Atleti, pasado pisado?
—Pasado sí, siempre. Al fin y al cabo lo que más importa es el presente, pero ¿pisado? Pisado creo que nunca, algún año fue mejor que otro y creo que merecemos disfrutar de ese tiempo.
La puerta se abrió y entonces vi pasar a Ana, que iba hablando con mi tío Antonio, los dos se quedaron boquiabiertos en cuanto me vieron medio incorporada en la cama. Antonio salió corriendo de la habitación y Ana se acercó.
—Mario, estaba en la tele... —dije mientras me llevaba la mano a la cabeza.
—No me creo que estés bien.
—¿Por qué? —la miré —¿Qué pasa?
—Alana, llevas 5 años en coma.
Seguro que me quedé igual de blanca que las sábanas de la cama. Volví a mirar a la televisión, la celebración del Real Madrid en el autocar directos a Cibeles, no paraban de enfocar a Mario, pero hubo un momento en el que miró el móvil y su cara cambió de semblante. Todos se pusieron a su lado para ver que le pasaba, luego desapareció de la imagen.
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Noa estaba con Marcos y con sus gemelos conmigo en la habitación. Me sorprendió cuando me dijo que a la niña habían decidido llamarla Alana en mi honor. También se había pasado por la habitación Asensio con Irene, ahora su mujer. Saúl también se había dejado caer por allí a lo largo de la tarde. Mis padres no habían decidido abandonar el lugar, pese a estar separados. Sí, mi padre le había pedido el divorcio a mi madre cuando empezó a perder los papeles más a menudo después del incidente.
—Bueno, como has podido observar, Mario está en todas las pantallas de televisión.
—Está en el Madrid —me reí mirando a Marcos.
—Hace dos años se lo ofrecieron, no pudo negarse. Sabía que a ti te gustaría verle jugar. Ahora es titular indiscutible con Nacho.
La puerta de la habitación se abrió de golpe, todos miramos en su dirección. Estaba con la respiración agitada, aún llevaba la ropa de la celebración y nos miraba a todos y cada uno, pero luego mantuvo su mirada en mí.
Noa me sonrió antes de coger la mano de sus niños y salir de la habitación, seguidos de todos los demás. Incluso de mi madre, obligada por Ana. Mario se acercó lentamente a la cama, yo me crucé de piernas en la misma mientras le miraba. Claramente, seguí igual de guapo aunque tenía rasgos más de adulto, pero sus ojos... su mirada seguía siendo la misma. Antes de poder decir nada, me abrazó sin yo esperarlo.
—No sabes la de veces que esperé hacer esto... —dijo en mi cuello.
Le abracé de vuelta y cerré los ojos, disfrutando del momento. Luego cuando se separó, no pude evitar fijarme en su mano y en el anillo que llevaba.
—Me desperté con tu entrevista al final del partido —le miré con una sonrisa —. Así que, pasado pisado...
—Nunca. Contigo nunca.