13「Aquello que todos anhelamos」

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Encontré un pequeño lago, tomé un poco de agua con mis manos y con suavidad comencé a mojar las plumas del cuervo. Este comenzó a moverse incómodo, hasta que por fin abrió los ojos.

—¡Eita...! —Alzó vuelo y comenzó a revolotear por el lugar—. Me alegra tanto que estés bien...

El cuervo hizo un graznido de alerta. Al parecer ahora estaba en el territorio enemigo, en el territorio del demonio que atormentaba a aquel pequeño pueblo que estaba del otro lado del risco. Ahora mismo mi misión era derrotar al demonio y proteger la vida de las personas, proteger sus anhelos, sueños y deseos.

Ese era el trabajo de ser un cazador, ese era ahora mi trabajo y estaba orgullosa de poder hacerlo. Proteger a la gente de las creaciones y aberraciones que mi padre había implantado en el mundo hacía mil años. Aún me daba escalofríos pensar que mi padre era una criatura que llevaba mil años vivo. Y que una persona tan gentil y soñadora como mi madre se haya enamorado de él, un ser despreciable y ambiguo.

Me sentí mal al momento en que pensé en aquello, aquel hombre que ahora le decía miles de cosas malas, era aquel hombre que me cargó en brazos y apoyó durante mis diez primeros años de vida. Aquel hombre que me brindó amor, calor y enseñó varias cosas del mundo, aunque sea solo en la noche y el tiempo que estaba con él en la casa.

Nunca me faltó... amor...

El dolor de mis mejillas logró hacerme reaccionar, me había abofeteado varias veces para poder concentrarme y dejar de pensar en tal estupidez.

Desenvainé mi espada, buscando con la mirada alguna señal de vida. No había absolutamente nada, y eso me ponía nerviosa.

¡...! ¡Las ramas...!

Al alzar la vista, ahogué un grito. Tanjiro, Nezuko, Zenitsu, Oyakata-sama, Kiriya, Kanata, Kuina, Hinaki, Nichika y Muichiro. Todos colgaban de las ramas, la sangre en sus cuerpos que no se movían más, no había vida.

—A-aah... —Mi cuerpo tembló y caí al suelo de rodillas—. ¿por... por qué...?

Aguanté mis ganas de vomitar y cerré mis ojos buscando acabar con esto.

—¡Kessho!

Abrí mis ojos con rapidez, Tanjiro estaba frente a mi extendiéndome la mano sonriente.

—¡Ven, vamos! —Me levantó del suelo.

Miré a mi alrededor, estábamos en un pueblo y a mitad de este había una hoguera enorme donde varias parejas bailaban.

—¡Bailemos!

Me jaló y comenzó a bailar, sus pasos eran firmes, decididos y completamente seguros de sí mismo. Su baile me trasmitía paz y tranquilidad.

—¡Kessho, me alegra mucho que estés mejor! —Escuché una mujer, miré a esa dirección y ahí estaba Nezuko sonriéndome mientras bailaba con un hombre que no distinguía sólo tenía hermosos ojos amarillos—. ¡Onii-chan moría por bailar contigo!

—¡A-ah... Nezuko! —Chilló el mayor mientras sus mejillas se tornaban de un fuerte color rojo. Reí enternecida.

Todo este lugar, era simplemente maravilloso, la música del lugar, la gente se veía tan feliz y alegre bailando al rededor del fuego. Nezuko estaba en perfecto estado, bailando y sonriendo una vez más, Tanjiro tenía en su rostro aquella característica sonrisa llena de inocencia y pureza. Sentí una mano en mi hombro, por lo que nos detuvimos.

—Lo siento Tanjiro, pero creo que es mi turno.

La persona me tomó de la cintura y jaló hacia él, Tanjiro frunció el ceño, pero suspiró rendido.

Crystal world 「Kimetsu no Yaiba」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora