Capítulo 26. Vigésimo sexta y última noche 30 años después

834 96 35
                                    


Querido diario, te he contado toda mi historia tal y como la recuerdo. Y te la he contado porque aún hoy en día, 30 años después, echo de menos a mi monstruo, quizá por eso sigue sin aparecer debajo de mi cama. Cada noche lo sigo buscando ansiosa entre la oscuridad y cuanto más ansío su presencia, cuanto más lo amo, más lejos lo siento.

Y hoy he querido buscar este diario, para leer la historia directamente escrita con las palabras de la que era yo entonces, para ver si mi recuerdo actual no estaba distorsionado.

Tras leer todo el contenido de tus páginas, me ha parecido justo escribir un final, una conclusión o una moraleja bonita, como si esto se tratase de una novela y no de la historia adolescente de una niña loca.

Y la verdad es que cuando los restos de Gmork se hicieron cenizas entre mis dedos comprendí que mi monstruo me había salvado la vida. El miedo no son sólo historias que nos impiden dormir, no son sólo circunstancias que nos paralizan, ni sucesos en los que no queremos pensar. El miedo es necesario para aprender y comprendernos a nosotros mismos, nos sirve para analizarnos y avanzar.

Mi monstruo me enseñó quién era yo y quién no era. Pero sobre todo me enseñó quién no quería ser.

Y no te dejes engañar, querido diario, sigo teniendo miedo y la niña loca que manchó tus páginas sigue viviendo dentro de mí. Quizá sea ella la que aún hoy en día lucha porque yo, la otra yo, no caiga de nuevo al pozo oscuro, esta niña loca que escribía se sacrificó por mí, por nosotras y es posible que Gmork se encerrase con ella.

¿Quién cerró esa puerta del pozo con llave? ¿Seguirán viviendo ambos en el pozo o alguno habrá acabado con el otro? Y ¿Quién tiene la llave?

Por mucho que haya llegado a querer a Gmork, querido diario, espero sinceramente que, si alguno de los dos sigue con vida ahí abajo, esa sea yo.

Siempre con amor.

E𝓁 𝓂𝑜𝓃𝓈𝓉𝓇𝓊𝑜 𝒷𝒶𝒿𝑜 𝓂𝒾 𝒸𝒶𝓂𝒶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora