Capítulo cuatro. Cuarta noche

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Una sombra corre por la pared, reflejándose gracias a la poca luz que entra por la persiana.

Uno. Dos. Tres.

Ya estoy dentro.

Esta noche sólo quiero romper algo, o a alguien.

Quiero romper al ser más odiado.

Y como el ser más odiado soy yo, quiero romperme en mil pedazos.

Entre los libros desordenados de la estantería que se yergue tras el respaldo de mi cama, guardo una cuchilla.

La sangre correrá por mi brazo desnudo.

Y los gritos cesarán.

Acerco el metal a mi antebrazo. Está frío. Una gota de sudor resbala por mis sienes.

Está perdido.

Y rasgo la carne con dolorosa delicadeza.

Y el olor de la sangre despierta mis peores pesadillas.

-Gmork...

- ¿Por qué sangras, niña?

Las lágrimas me ahogan. Ya no puedo respirar.

Respondo la verdad:

-No lo sé.

Mi monstruo calla, calla, calla, y respira. Gruñe.

-Entonces sangra, niña. Hasta que encuentres la razón.

E𝓁 𝓂𝑜𝓃𝓈𝓉𝓇𝓊𝑜 𝒷𝒶𝒿𝑜 𝓂𝒾 𝒸𝒶𝓂𝒶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora