🍃29: Final🌹

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Las pisadas por el asfalto resonaban a medida que aumentaban el ritmo de su caminata, mientras discutían del porqué es que la menor no debería quedarse hasta tarde mirando series o estando con el celular si esque a la mañana siguiente debía despertar temprano para ir al instituto de artes de Seúl. Pues esque resulta que a la señorita se le pasa el colectivo y vuelve a casa pidiéndole entre puchero a su padre que la lleve, pero Oh! Eso no es lo único, el tránsito estaba repleto de personas en sus vehículos enojadas porque llegarían tarde al trabajo, bocinazos por aquí y por allá sin descanso.

Y si seguían esperando que la interminable fila avence dos centímetros cada diez minutos llegarían a la escuela al anochecer por eso es que debe estacionar el auto en una orilla, bajar rápidamente, tomar sus cosas, ponerle seguro al coche, tomar la mano de la señorita que seguía quejándose porque llegaría tarde a su primer clase y no quería que la puerta de su salón emitiera ese chillido desafinado interrumpiendo y anunciando a todos sus compañeros de su retraso, para empezar a correr como si fuera una maratón en la cual ganarían un millón de dolores pero no, lo único que ganarían era evitar otro regañó de la directora hacia la despistada señorita que siempre llegaba tarde.

—Mi-Min HaNeul...juro que...Si vuelves a hacerme co-correr de...esta manera de nuevo...Dejaré de pagar la cuenta de Netflix por un mes...A ver quien de los dos estará a punto de morir de un infarto...— el pelirubio se apoyaba en sus rodillas mientras trataba de regular su respiración para luego volver a su postura recta mientras miraba la boca abierta de su hija.

—¡Papá! ¡¿Cómo puedes jugar así con mis sentimientos?! ¡¿Acaso deseas quedarte sin tu única hija por un paro cardíaco?! Prometo levantarme más temprano pero no me hagas eso ¿si? ¿Por fis?...—el puchero encantador que le mostró logró que callera de nuevo en una más de sus manipulaciones, pues ya sabia que no cumpliría la promesa.

—Está bien...vamos debes entrar a clases— le ofreció su mano y ella la tomó gustosa porque a pesar de ya no ser una niña de cinco años y ahora ser una adolescente de diecisiete, siempre sería la bebé de sus padres.

Jimin paró en seco al reconocer el rostro de una mujer en la verdad de enfrente, su rostro se volvió pálido...Era ella...después de muchos años...La volvía a ver.

—¿Papá? ¿Que sucede? ¿Estas bien?—su vista siguió el camino en el que los ojos cristalizados de su amado padre fijaban su mirada con tristeza. Justo en frente de ellos cruzando la calle, estaba una señora de edad un poco avanzada que la miraba a ella asombrada y con tristeza. Sea quien sea esa señora no le interesaba, no quería tener ningún tipo de contacto con alguien que lastimara a su Padre con su sola presencia.

Tomó del brazo al mayor y lo guió hacia una banca justo en la estrada de su instituto.

—Papá...

El nombrado al escuchar la voz de su hija salió de sus profundos y melancólicos pensamiento para darse cuenta de que su niña lo miraba con preocupación a su lado.

—Y-Yo...estoy bien cariño...solo entra a clases. Yo debo ir a casa...recuerda que tengo dos monstruitos allí esperándome— dijo con una sonrisa para tranquilizarla.

—¿Estás seguro?

—Claro que si Hannie...ve tranquila, no vemos en la tarde—dejó un beso en su frente para luego volver con pasos tranquilos por el camino de vuelta hacia su auto.

Ella se quedó allí por unos segundos pensando en que sus padres y hermanos eran lo más preciados para ella y no permitiría que nada los lastimara.

•••

Al llegar a su hogar lo primero que encontró fue silencio. Sabía que algo tramaban las tres personas que se encontraban en la casa así que se mantenía alerta a cualquier movimiento que percibía.

¿Quien es mi Papi? °°Yoonmin°°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora