El hombre del espejo

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- Mira, Doppio.

- ¿Hum? - Carne señaló una señal que llama la atención pegada en la puerta del hotel.

- Se permiten perros, el jefe es muy detallista. - Doppio le observó curioso.

- Pero si eso no importa.

- ¡Claro que sí! Puedes entrar.

Carne y Doppio se alojaron en el Hotel Royal San Marco & Suites, un hotel elegante, muy próxima a la plaza de San Marco y por ello, de su destino. A pesar de que solo se habían instalado en una habitación, Carne consiguió reservar otra más, muy apartada de la del menor. Mientras que Carne se quedó con la habitación de lujo que el jefe reservó Doppio se tuvo que conformar con la habitación más barata y ruin. El sardo no quiso poner todo boca arriba por ello, no estaba ahí para hacer amigos, sólo para encontrar esa caja y acabar con Polpo.

La noche comenzaba a florecer y ambos recibieron un correo del Don:

Piazza di San Marco.

Una vez que ambos leyeron el mensaje, lo borraron tal y como el jefe siempre ordenaba. Salieron de sus respectivas habitaciones y se vieron en la salida del hotel. Como estaban cerca de la ubicación, sólo tuvieron que caminar 15 minutos hasta encontrarse en la plaza.

- Bien, estupendo. - habló Carne, resignado.- ¿Ahora qué?

¿Ahora qué? Eso también se lo preguntaba Doppio, ya estaban en la plaza, la gente pasaba y no había nada fuera de lo común. ¿Esperaría a que el Don les llamara? No, se podría hacer tarde, o podría no llamar, nunca se sabe. Doppio y Carne, ambos estaban igual de desconcertados. Los turistas pasaban por los lados, hablando o en silencio, contemplando la Basílica y haciendo fotos cerca del agua. Parecían invisibles.

- Creo que si le damos la vuelta a la plaza sabremos algo más, ¿No?- propuso Doppio, pero nadie respondió. Se giró a ver a Carne, pero este no se encontraba a su lado. El sardo se alarmó y buscó al hombre desesperado, hasta que finalmente lo encontró a cien metros, dirección a la Basílica. A Doppio eso no le molestó, le enfadó, quería decirle que era su superior y acabar con el comportamiento chulesco y desagradable del mayor. Aún así, se mordió la lengua nuevamente. Llegaría un punto en el que le saldría sangre, pensó.- ¿Qué haces?

- Cállate. - zanjó, sin frenar, sin siquiera mirar un segundo al chico. Doppio tomó la muñeca derecha del contrario con el fin de pararle, pero en cambio lo que tuvo fue un puñetazo directo a la barbilla que lo hizo caer ante la expectativa de los venecianos. Carne siguió caminando, neutro. -Déjame, eres un incordio.

Doppio se levantó atónito. Una mujer le ayudó a levantarse, aunque él insistió en poder sólo. Calmó a la gente que amenazaba con llamar a la policía y una vez que todo volvió a la normalidad, siguió el paso del subordinado.

Echaba de menos a Diavolo. Compartir alojamiento con el Jefe de Passione era muy complicado, fuese por sus contestaciones, sus órdenes repentinas o sus manía persecutoria, si obviamos la parte en la que casi le mata dos veces. Pero podía ser un buen hombre. Y lo era. Claro que sí, el Don era un hombre excelente a la vista de Doppio. Le picaba la curiosidad de conocer más de él, pero el miedo de decir de más rascaba su estómago. Así estaba bien, sin entrar en la vida personal de cada uno, o eso es lo que quiere pensar Doppio.

Carne entró a la Basílica, y a diez pasos de él, Doppio le seguía. La catedral principal veneciana era otro paraje de mucho turismo, pero casi estaba vacía. Como en Pompeya, para entrar en la Basílica necesitabas reservar de antemano. Carne no había reservado nada, pero ahí estaba, caminando tranquilamente sobre la catedral bizantina. Doppio no entendía por qué, imaginó que vio algo.

Línea muerta (DiaDopp +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora