Pink Palace

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El coche aparcó de mala manera justo donde el jefe había indicado. Doppio estaba exahusto de conducir a tal velocidad, saltándose los semáforos, adelantando coches por donde no debía y llegando a casi atropellar un par de personas. El pecoso respiraba agitado, fruto del estrés de la carretera. Observó el Lago del Averno, un lago de agua dulce, de unos tres kilómetros de circunferencia que regalaba un importante atractivo turístico. Se preguntó para qué quería su superior que él llegara hasta ese punto del mapa, pero era mejor callar y obedecer.
Alrededor del lago había gente paseando y haciéndose fotos. Doppio intuyó que no tendría que pelear nuevamente, no al menos delante de los ciudadanos, pues llamaría la atención y Passione quedaría al descubierto.

Al otro lado de la ciudad, el jefe observaba un reloj que hacía cuenta atrás. Quedaban a penas veinte segundos y ya tenía el teléfono a mano con el número del chico marcado. El hombre solía ser paciente y muy puntual, y esa no sería una excepción. Ya con el tiempo de espera finalizado, llamó.

El teléfono de Doppio sonó, y rápidamente descolgó la llamada:

- ¿Diga?
- Lo está haciendo muy bien, Doppio. - nuevamente la voz de su Don hizo que se estremeciera.- Aún no ha acabado, pero queda poco.
- ¿Qué debo de hacer ahora?
- Acérquese al hombre de camisa azul con rayas y pantalones negros, dile que vienes de Passione y que vienes a recoger la caja.
- ¿La caja?
- Sí, dile eso, ya sabe lo que es.
- ¿Puedo preguntar qué es "la caja", Jefe?
- Si sigue siendo tan obediente y deja de preguntar tanto, tal vez.
- L-lo siento Jefe.- notaba sus mejillas ruborizarse de la vergüenza.
- Bien. Ve a hablar con el hombre.

Y colgó. Doppio pensó que tal vez era un incordio para él y que tal vez al Jefe no le gustaba hablar, al menos con él. Levemente frustrado, fue a buscar al hombre con las prendas que el Don había indicado a penas unos minutos. No había dado muchas indicaciones y para nada difíciles, lo que cuestionó el cambio de dificultad de L'Unità Speciale.

Entre la gente no había nadie con las características indicadas. Estaría cerca, eso sí, pero Doppio no tenía ni idea de dónde se encontraría. Así que decidió caminar alrededor del lago, apresurado. El sol se acercaba más al Oeste y la noche se abría paso lentamente. Las vistas del lago adornado por la caída del sol eran espectaculares. Normal que fuera tanta gente, pensó Doppio, pero él, en cambio, no tenía opciones de parar a contemplar nada. Tenía que complacer al Don y demostrar su fidelidad a Passione.

La noche llegó y aún no había encontrado a nadie. Casi estaba por terminar la vuelta, cuando nuevamente le llamaron. Miró el móvil y, al confirmar el "número oculto" descolgó.

- Jefe.
- Cambio de planes, Doppio. - El pecoso frenó en seco.
- ¿Cambio de planes?
- El hombre está muerto. Se han llevado la caja.
- ¿Qu-
- Va a ir al Pink Palace. Es un prostíbulo de lujo, lo lleva Polpo. Ve a hablar con él, es quien la tiene ahora.
- ... Sí, Jefe. Sé donde es.
- Muy bien. - Doppio fue a colgar, pero fue frenado por la voz ajena, volviéndose a colocar el auricular en su oreja.
- Dime, Jefe.
- Volveré a llamarle en una hora. Para entonces, tiene que estar dentro. Sé que no me vas a fallar, ¿Verdad?
- Nunca, Jefe, no le decepcionaré.

Después de la llamada, Doppio se percató del tuteo que usó su superior en la última oración. No le dió más vueltas y corrió hasta llegar al coche.

En tres cuartos de hora, ya estaba en el Pink Palace. Nunca había estado allí, pero sabía que sería el paraíso para drogadictos y gente de mucho dinero. La zona era amplia, de tres plantas y techos altos, repleta de gente con cara de pocos amigos. El pecoso llegó al salón principal, escurriéndose por la gente.

- Dime guapo, ¿Tienes reserva en alguna de las habitaciones?

Doppio giró a ver a una chica completamente desnuda, salvo por un  tanga de encaje. No le importaba mucho, llevaba haciéndose al cuerpo sobre qué se encontraría por ahí, eso es de lo mejor que podría encontrar.

- Chico, ¿Te lo vuelvo a repetir?
- ¿Dónde está Polpo?- preguntó seco.
- ¿Quién?- Doppio suspiró. Odiaba repetir las cosas.
- El jefe de todo esto.
- ¿Ah? No, aquí no damos información de más a niños, lo siento.
- Discúlpeme, señorita, no me he presentado. Soy Vinegar Doppio, Sottocapo de Passione.
- ¿Passione? - La joven se tensó.- Eso mejor que lo hables con Alessandra. Ven conmigo, corazón.- tomó de la mano al pecoso, llevándolo hasta la última planta. Pasaron por el pasillo de habitación, llegando hasta la última. La chica llamó a la puerta tres veces, hasta que la voz de, suponía que Alessandra, le permitió pasar.

- Es aquí, Doppio. -sonrió la chica.- Te acompaño, pero luego tendré que irme.

Entraron, pero para sorpresa de ambos, no habia nadie. Nadie, más que un grupo de hombres bien trajeados apuntando en la cabeza a quien sería Alessandra.

- Muchas gracias, jovenzuela...- dijo uno de ellos.- Gracias por facilitarnos el encontrar a la escoria.

Un disparo y la chica cayó al suelo, muriendo al acto. Doppio, con los ojos muy abiertos, observó como también asesinaban a la secuestrada. Todo fue una encerrona bien jugada.

Los hombres apuntaron a Doppio, pero éste fue ágil y salió de cuarto. Tres de ellos comenzaron a perseguirle mientras uno apuntaba desde la lejanía, disparando en vano.
Por desesperación, el joven entró en una de las habitaciones. No le importaba en absoluto la escena que se estuviera montando ahí dentro, sólo queria salir de esa con vida. Tres le perdieron de vista, dos de ellos se adentraron igualmente a la habitación, pero no había ningún Vinegar Doppio, sólo un cristal roto y una pareja asustada reclamando de vuelta su privacidad.

Doppio bajaba de planta en planta por las afueras del prostíbulo, saltando de balcón en balcón. Tan pronto como pudo, llegó a las escaleras de emergencia, y por fin pudo respirar algo. Uno de los contrincantes siguió el rastro del joven y se dispuso a apuntar nuevamente. Disparó y la bala aterrizó en la pierna derecha de Doppio. Cayó, pero rápidamente consiguió esconderse del campo de visión del arma. Gemía del dolor insoportable en la pierna. Quería levantarse, pero volvía a caer. "Vamos Doppio" pensaba una y otra vez, hasta que tuvo el coraje de mantenerse de pie, aguantando el grito que hubiera soltado si no estuviera huyendo de un grupo de mafiosos.
Cojeó hasta llegar a una esquina. Su teléfono sonó, y resignado, descolgó la llamada.

- Jefe, perdóname, pero no puedo hablar...
- ¿Qué ocurre, Doppio?
- Un... Ataque... Creo que de la Cosa Nostra.

El jefe se tensó levemente. No le gustó aquella información. Tomó su portátil y ubicó el teléfono de Doppio, sabiendo donde se encontraba en ese momento.

- Doppio, quédate ahí, no te muevas del sitio.

Pero Doppio ya no respondía. Mientras el Don encontraba la ubicación del pecoso, éste había peleado contra uno de esos hombres. Consiguió matarle, arrebatándole la navaja que poseía, pero él también había sufrido varias puñaladas por su abdomen debido al forcejeo. El Sottocapo se desangraba lentamente. Sus fuerzas se perdían y su visión se tornaba borrosa.

-... J-jefe...¿ S-sigues ahí?

No, ya había colgado. Había escuchado la pelea y sabía que Doppio no estaría vivo si mantenía la llamada. Ahora, en cambio, estaba llamando a otra persona, ciertamente nervioso.

Diez minutos después, Doppio lamentaba la vida que tenía y dejaría atrás. Un par de hombres se acercaron al herido y bruscamente lo llevaron a un coche que Doppio no pudo reconocer. Pronto, todo se volvió negro.

Línea muerta (DiaDopp +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora