Sentimientos por odenar

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Hacía un mes desde que llegaron a Nápoles, y fin Diavolo tenía lo que tanto tiempo llevaba buscando, ese violín Stradivarius que vendería en la subasta ilegal más grande del país. Obtendría dinero a montones, y cabría la posibilidad de aumentar el "negocio". Sabía (e intuía) que, a pesar de que el violín costara 50 millones, se vendería por el doble, o el triple tal vez. En el negocio ilegal habían descerebrados con los bolsillos llenos de pasta, y eso atraía especialmente al Don.

Diavolo junto a su mejor subordinado Doppio, tomaron un vuelo de vuelta a Nápoles. La misión aún no había finalizado, les quedaban dos tareas muy importantes por hacer: una era la gran subasta, vender el violín y obtener la mayor cantidad de dinero posible. La otra era aniquilar a Polpo y acabar con los traidores y enemigos de Passione. En conclusión, ganarle la guerra a la Cosa Nostra. Y ya casi podían tocar la victoria, saborearla y disfrutar del mayor imperio criminal jamás existente.

Se alojaron en el hotel Le Corti del Re , el cual se encuentra en el distrito Plebiscito, a menos de un kilómetro del teatro San Carlo. Su habitación se decoraba con una gama de grises con muebles estrechos y modernos, que proporcionan una amplitud y funcionabilidad perfecta. Esta vez podían dormir por separado, pues se componía de un par de camas ligeramente separadas. No cambiaba mucho más que para señalar el espacio personal de cada uno.
Ninguno poseía nada relevante, tan solo el portatil de Diavolo junto con los archivos y la caja que guardaba el violín. Doppio perdió todas sus cosas en el incendio, ahora sólo le quedaban sus ahorros del banco y sus ganas de vivir. El Don ayudaba enormemente en aquello último. Aún así, el pecoso decidió hacer una barrera con el Don y dejar de tratarle como un cercano. Le hacían daño sus palabras, sus llamadas, todo de él era un veneno que no podría aguantar. El Don había notado ese cambio de actitud. Estaba molesto por ello, ¿Qué hizo él para que se comportara así?

Diavolo se fijó en Doppio, quien observaba el violín, sentado sobre su cama. Estaba demasiado pensativo, llevaba así bastantes minutos y al Don le empezó a molestar esa actitud. Para  llamar su atención y evadir sus tontos pensamientos ("a saber en qué piensa...") Se sentó a su lado para contemplar tal tesoro junto a él. El sardo no se movió, no necesitaba apartar la mirada para saber quien se encontraba a su lado. Pero su superior no quería eso, quería que le prestara atención a él y que dejara de imaginar lo que sea.

- Es hermoso, ¿Verdad? - la voz del Don sonó más autoritaria de lo que esperó. Tampoco le importó demasiado, ya que consiguió acaparar la vista del pecoso.

- ¿El qué es hermoso?

- El violín, ¿qué si no? - cruzó su mirada con la de Doppio. Hoy parecía estar triste, lúgubre. Diavolo trató de relajarse, cruzando sus piernas y destensando sus hombros. Sus ojos verdes mostraban la miseria que sentía ahora mismo: estar molesto por la actitud del chico, no, más bien estar molesto por desconocer el por qué de su actitud.- ¿Qué te ocurre, Doppio?

- Estoy estupendo, Jefe. - mintió. El Don sabía que era una de sus falacias absurdas, pero esa vez la dejó pasar. El sardo se levantó, dejando al Don todo el colchón para él. - Voy a comprar, si me permite.

Diavolo parpadeó perplejo.

- Claro, adelante...

El pecoso le observó por unos segundos pero pronto marchó al mercado. Diavolo suspiró amargamente. Sintió impotencia, rabia y pesadez cargando sobre su pecho. Se maldijo varias veces y se levantó. Buscaba desesperado una forma de quitarse esa sensación tan incómoda, tan tonta y molesta. Ahogó un grito y golpeó con fuerzas uno de los muebles, dejando una notable marca sobre la madera.

- ¡Joder, Doppio!

En su mente solo retumbaba el nombre de su Consigliere. Le perturbaba la imagen de Doppio, le molestaba, quería matarle en ese momento y acabar con la silenciosa tortura que sentía. ("¿Por qué debería de molestarme lo que un mero subordinado siente? ¿Por qué yo, Diavolo, debería de molestarme siquiera en la vida de ese crío?") Eran preguntas que rondaron constantemente sobre su cabeza durante todo el día. Tener una mano derecha era molesto, era muy pesado. No se estaba entendiendo, y eso le molestaba.

Línea muerta (DiaDopp +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora