aura dorada

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Vegeta se encontraba entrenando duramente. Estaba en un planeta desierto donde no paraban de caer asteroides. Se encontraba exhausto. Todavía no conseguía transformarse y el tiempo apremiaba. El principe de los guerreros del espacio no iba a incumplir una promesa.

Siguió entrenando y por un momento creyó que se había conseguido transformar, pero aquel destello dorado se había apagado. La rabia y la impotencia comenzaron a nublar su mente, y comenzó a llorar de la rabia. Menos mal que no había nadie cercano, porque si así fuera lo mataría. No permitiría que nadie le viese llorar. Comenzó a pensar en Goku, que jamás podría derrotarle, y la luz dorada comenzo a envolver su cuerpo, pero sin conseguir más avances.

Pero otro pensamiento invadió su cabeza. Bulma y su futuro hijo. Se imaginó la cara de dececpión de Bulma, pero ya no sólo eso, sino ella y su hijo muriendo asesinados por unos androides. La imagen de Bulma en el intercomunicador, con la tripa de embarazada comenzó a invadir sus pensamientos, y tras un grito se dió cuenta de que lo había conseguido. Se había transformado en super sayayin. Con lágrimas todavía en los ojos sonrió.

Bulma se encontraba trabajando en el laboratorio. Trabajar le hacía olvidarse de los problemas. Le hacía olvidarse de que Vegeta no estaba, de que podía incluso que estar muerto, de que sus amigos se pasaban el día entrenando y no tenían tiempo para nada más, salvo Yamcha. Yamcha en ocasiones le agobiaba con tantas atenciones. Ella no necesitaba tanto. A pesar de que la vieran tan débil y delicada era una mujer fuerte, que podía con el embarazo y con mucho más, por mucho que su hijo fuera un guerrero del espacio. Una patada le alejó de sus pensamientos. Su pequeño había dado una patada. La científica se pasó la mano por el vientre. Su pequeño...-Vegeta...- Se le escapó. Estaba segura de que el guerrero cumpliría su promesa. Vegeta estaría cuando su hijo naciera. Pero no podía evitar sentir preocupación. ¿Y si en el espacio le había ocurrido algo?...

Llevaba media hora mirando fijamente la pantalla del ordenador sin concentrarse. Con tantas preocupaciones era imposible trabajar. Se levantó, saldría un rato de casa, se iría a mirar tiendas y luego se recompensaría con una gran comida. Nunca en su vida había tenido tanto apetito, su hijo al menos en ese aspecto era un auténtico Sayan...

Cuando iba a salir por la puerta de corporación cápsula se topó con Yamcha.

-¡Bulma! Venia a verte.¡Cada vez se te nota más la tripa!.-

-Eso es imposible, me viste ayer.- Respondió la peliazul. Apreciaba mucho a Yamcha, pero se estaba pasando con sus atenciones.

-He pensado que podíamos dar un paseo.- Dijo el guerrero.

-Está bien, pensaba salir a comprar unas cosas para el bebé y luego comer algo. Acompáñame.-

Yamcha estaba disfrutando realmente aquel momento. Nunca pensó que le gustaría estar eligiendo decoraciones y accesorios de bebé. Durante esos momentos su mente le mentía, le decía que Vegeta no era el responsable del abultado vientre de Bulma, sino que era él, Yamcha. Casi parecía de verdad. él le estaba ayudando a elegir el papel que iría en la habitación del pequeño, algunos juguetes... No quería pensar en que aquello no era real. Estaba disfrutando con aquel engaño. Cuando iban a pagar se imaginaba que la dependienta pensaría que eran un matrimonio ilusionado que hacía las compras para su futuro bebé.

Tras todas las compras fueron a un restaurante a comer. Los dos estaban hambrientos, y Yamcha no se sorprendió al ver toda la comida que pidió Bulma. Estaba acostumbrado a verla comer con su apetito de sayan. Y aquello le hizo bajar a la realidad. Bulma y él no estaban juntos. Aquel bebé que estaba por nacer no era su hijo,y el padre de aquel niño podía matarle con un solo dedo. El abatimiento comenzó a invadirlo.

La peliazul notó que su amigo no estaba bien. Cuando estaban de tiendas se le veía muy alegre y animado, y eso a ella le gustaba. A la científica no le gustaba ser la culpable del sufrimiento de Yamcha. Habían sido pareja durante muchos años y habían vivido muchas cosas, y aunque no lo amaba, sentía un gran afecto por él. No quería renunciar a su amistad, pero tampoco quería hacerle daño, y sabía que por mucho que él intentara disimular, le estaba haciendo daño. Intento distraerle.

-¿Cómo se encuentran Krilin y los demás?.-

-Cada vez están intensificando más su entrenamiento. Dijeron que te llamarían por teléfono para ver como estabas.- Respondió el guerrero.

-¿Les has comentado algo de mi embarazo?!.- Dijo la científica con un deje de preocupación en su voz.

-Tranquila que no he dicho nada. Se preocupan por ti, eso es todo.- Yamcha se quedó con las ganas de añadir:''No como Vegeta´´. Pero se contuvo. Las veces que sacaba a relucir el tema del sayan sólo servía para que discutierann. Y no tenía ganas de discutir.

Tras la comida Yamcha acompañó a Bulma a casa. Tenía partido de baseball en dos horas.-Debo marcharme Bulma. No te pediré que me acompañes al partido porque se que no lo harás. Antes de que digas nada, sólo quiero que sepas que conmigo puedes contar cuando quieras. - Mientras decía eso puso su mano en el rostro de Bulma. La reacción de la peliazul fue dar un paso hacia atrás. Yamcha supo que todavía no era el momento. No tenía sentido intentar nada. Era curioso como se intensificaban los sentimientos cuando se perdía al ser amado. Le dio un beso en la mejilla y se marchó.

La peliazul se quedó allí en la puerta de corporación cápsula. Yamcha había estado a punto de besarla y se había marchado antes de intentarlo. Volvió a sentir esa culpabilidad que la atenazaba. De pronto se sintió muy cansada y comenzó a echar mucho de menos a Vegeta.

Mientras tanto el príncipe de los sayans se encontraba programando la nave para volver a casa. Le quedaban bastantes días para llegar a casa, incluso meses. Porsupuesto había planeado la distancia de manera que no se prolongase su estancia y pudiera cumplir su promesa. Su orgullo de guerrero del espacio ante todo. Esos días aprovecharía para ir entrenando su nuevo estado de superguerrero. Estaba deseando que llegaran los androides para luchar contra ellos.

vegeta y bulma (siempre a tu lado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora