xv

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—Tengo la sensación de que planeas algo, pero no tengo idea de qué es —dijo Mercy, acostada al lado de Michael en su cama, mientras había una serie cualquiera en la televisión.

—No me digas —comentó sarcástico.

—¿Me vas a decir?

—¿Tengo cara de querer decírtelo?

—No.

—Genial.

Mercy se quedó en silencio, algo irritada, fingiendo mirar la televisión.

Primero, Michael puso su mano en el vientre de Mercy, como un gesto casual. Luego, sin previo aviso, ágilmente desabotonó sus shorts usando solo una mano. Se posicionó sentado y usó ambas manos para bajar la prenda por las piernas de Mercy, y luego las pasó por encima de su cabeza para quedar entre ellas.

—No quiero decírtelo —dijo, adoptando la posición correcta, con os brazos a cada lado de Mercy. Ella no podía respirar—, así que solo lo haré.

—Michael —Mercy se sentía mucho más nerviosa de lo usual—, Mike... no sé si puedo...

Michael empujó sus caderas contra las suyas antes de que pudiera decir nada. Y Mercy podría jurar haber visto estrellas.

—Aún no voy a follarte, Mercy —Michael estaba muy cerca de su oído—. Solo voy a... devolverte el favor.

Michael era —o como sea— gay, pero no era inexperto. Cuando empujó sus caberas sobre las de Mercy de nuevo, sabía lo que hacía. Mercy, sin embargo, sentía como si su no-virginidad fuera tan solo un título ficticio. Era como si esa vez con Bryan no fuera nada, porque no le había enseñado mucho más de lo que aprendes en clases de biología.

—¡Ah! —Mercy tuvo que gritar, más consiente que nunca de su mejor amigo sobre ella, con su rostro cerca, pero lejos del de ella.

—Mercy, creo que deberías callarte.

—No hay —Michael intentó silenciarla con otro golpe—... nadie más en casa.

—Oh, cierto.

Eso solo hizo que empujara mucho más fuerte y seguido, provocando que Mercy cerrara los ojos y fuerza y tuviera que comenzar a jadear. Era mucho para ella, pero no podía pedirle que parara, porque se arrepentiría.

—Voy a hacerme un nuevo tatuaje —dijo Michael, agitado en su cuello.

—¿Y... qué...va a ser?

—Tu expresión en este jodido momento.

Hubiese sido gracioso, o incluso irónico, si Mercy no hubiese estado en medio de la explosión más terrible del siglo XXI, o si hubiese podido controlar los espasmos de su cuerpo. Duró, para ella, demasiado poco. La sensación de flotar y ser tan liviana como una pluma la abrumó y se sintió tan completa como nunca antes.

Pensó entonces que todo lo que sabía estaba mal, entonces. Porque su no-virginidad no abarcaba esta clase de placer. Quizás era cuestión de que aquella vez el dolor no había dejado que sintiera nada, o que simplemente asumió que los chicos sentían más esas cosas. No lo sabía.

Solo sabía que Michael estaba besando sus clavículas, y que quería tenerlo así para siempre.

—No lo has superado —dijo Michael, saliendo de la ducha completamente vestido—. Sigues con esa jodida sonrisa y es jodidamente contagiosa.

—Eres jodidamente molesto.

Michael sonreía igual que ella, como si intentaran no hacerlo.

—Eres muy inocente para mi gusto —bramó él, pasando una toalla por su cabello despreocupadamente.

that something | cliffordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora