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Chan iba directo a reclamarle a la directora del orfanato, con el apoyo de Hyerim.

Una vez que llegaron, el rubio suspiró para calmarse y golpeó la puerta tres veces, tratando de no tirar la misma abajo y romper todo lo que se encuentre a su alrededor, menos la hermana acompañante, claro.

– Adelante– La voz de una joven habló.

– Tengo que hablar con usted con urgencia– No aguantó más, no quería que uno de sus mejores amigos vaya con esa familia y éste teniendo un pie adentro de la tumba.

– Buenos días también para tí, Christopher– Saludó la hermana Kim Junggeun con sarcasmo– ¿Qué es lo que pasa?

A Chan le hervía la sangre, estaba a punto de romperle el escritorio a la mujer, pero se contuvo.

– ¿En serio me lo está preguntando?– Trataba de ser lo más amable posible, pero no podía si la estúpida monja le sonreía y asentía como si no tuviese idea de la gravedad de la situación– Felix pasa, Lee Felix, Lee Yongbok, el australiano con pecas, ¡eso pasa!

Golpeó el escritorio con los dos puños, sus venas en la frente estaban a punto de salir de lugar, Hyerim trató de calmarlo, pero parecía imposible.

– Cálmese, si quiere puede volver más tarde.

– ¿Calmarme? ¿Cómo piensa que voy a hacerlo si uno de mis amigos está a punto de ir a vivir con una familia la cual es psicópata?– El rostro de Junggeun no demostraba nada, ninguna emoción.

Hyerim carraspeó un poco para hablar y que nadie golpee a nadie en la dirección.

– Señorita Kim, lo que Bang Chan quiere decir es...– Fue interrumpida por la mujer que era un par de años mayor que ella.

– Sé lo que pasa y no pienso anular esa adopción– Se paró de su asiento y apoyó sus manos en el escritorio, donde habían lápices tirados– Aquí todos necesitan una familia y mientras menos bocas para alimentar mejor, cuando le entregue a Felix no harás nada, ¿oíste?– Sonrió con repugnación.

Lo único que Chan quería hacer es golpearla hasta que conozca a Dios y le mande saludos de su parte.

– Felix no es un paquete y no va a irse de este lugar– Se dio vuelta y cerró la puerta con tanta fuerza que pudo haberse roto la misma si no fuese tan resistente.

Caminó por los pasillos llorando, su corazón dolía demasiado, nunca había sufrido tanto, ni cuando supo que nunca más vería a sus padres.

Ninguno de los niños o adolescentes del lugar merecían un mal trato, ni siquiera una mala familia.

¿Cómo era posible que hayan aceptado tan fácilmente que unos padres dementes adoptaran a Felix? ¿Acaso no van las asistentes sociales a verificar cómo son y cómo es el lugar en donde vivirán? Es todo tan injusto.

Pero no iba a rendirse tan fácilmente.

Él tenía un deber, y era salvar al pequeño aussie de esa familia.

orphanage of the stray kidsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora