Preludio al torneo: Cleam

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La mirada de Cleam estaba perdida cuando comenzó a hablar, recordando su pasado, uno tan alejado que en sus ojos se podían apreciar los años, tal vez incluso milenios, que ha vivido.

—La suciedad y la oscuridad lo cubrían todo —comenzó. Yunei se levantó de la cama y se acercó a un mueble, de dónde saco tres vasos de vidrio, luego saco del mismo lugar un licor color ámbar y los sirvió, dándonos uno a cada uno y quedándose uno para ella, luego se volvió a sentar—, ya no sabía desde cuando estaba así, solo sabía que quería que terminara. Intente vivir muchas vidas, pero siempre fue lo mismo, todos se iban, menos yo. El último cuerpo fue el de un hombre asesinado junto conmigo por bandidos. A él no lo conocía, solo viajamos juntos por culpa del destino, ni siquiera sabía su nombre.

"De quienes si sabía los nombres eran los de mis hijos y mi esposa, aunque ahora me apena confesar que apenas los recuerdo. Si he de decir algo bueno es que murieron rápido, ya que en ocasiones el destino que les llega a aquellos que eran secuestrados en las carreteras solía ser mucho peor.

—Eres muy fuerte, Cleam, ¿Acaso aquellos que te atacaron lo eran más? —le pregunté.

—No, pero... la fuerza que poseo depende del cuerpo, el de aquel entonces era muy débil. No pude hacer nada por defenderlos y al final tuve que fingir que el cuerpo al que entré estaba muerto para que no me mataran de nuevo. O me hicieran algo peor al darse cuenta que no moría.

"Ese fue el punto de quiebre, ella fue la última persona de la que me enamore, la primera desde que me transforme en lo que sea que sea yo y la vi morir, sabiendo que yo jamás lo haría. Fue por eso que me oculte por lo que seguramente fueron décadas en aquella cueva húmeda.

Cleam le dió un sorbo a su bebida y bajo la cabeza, con la mirada fija en el vaso. Pero, inesperadamente, estaba sonriendo con nostalgia.

"Y estuve ahí viviendo sin esperanza hasta que ellos llegaron y me tendieron la mano.

—¿Ellos?

Cleam comenzó a mover sus manos para crear con su magia la imagen de cuatro personas, tres de ellas desconocidas.

—El grupo de Jun estaba conformado por ellos cuatro: él mismo, un hombre llamado Kim, quien era líder de su equipo y los hermanos, el mayor Emil y la menor Ana. Se sorprendieron al verme ahí y más aún al percatarse de que estaba vivo a pesar de no haber comido en décadas —Cleam hizo desaparecer las imágenes y luego dió otro sorbo a su trago—. El cuerpo que posea, aunque lo pide, no lo necesita realmente, porque ya no está realmente vivo.

Ana fue la primera en acercarse a mí, eso lo recuerdo como si hubiese sido ayer. En ese tiempo ella ya contaba con dieciséis años y el pequeño Jun con catorce, pero eran muy cercanos.

—¿Al decir cercanos quiere decir cómo...? —lo cuestionó Yunei

—Todavia no lo eran, pero no faltaba mucho para que se hicieran pareja —le respondió Cleam, sonriendo como n nostalgia.

—Es interesante, pero no entiendo de que nos serviría saber eso...

—Necesito esto, aunque no puedo emborracharme —murmuro él como toda respuesta, después de algunos segundos continuo con su historia—. Pues bien, para que lo entiendan lo explicaré así: mientras que Mia es la reencarnación de la diosa en este momento, en aquel instante el alma de Siel recodos en una joven amable llamada Ana.

—¿Quiere decir que la esposa del señor de la tormenta fue Siel?

—Sí, Hill —afirmo Cleam—. Aunque no lo supimos hasta mucho después, ya que a diferencia de Mía, Ana no hablaba con la diosa. Verás, las conexiones entre el señor de la tormenta y la diosa siempre han estado ahí. Para hacer que el protector ejerza bien su papel la diosa lanzo una... maldición: amiga, pareja o hija, entre ambos ocurrirá siempre un cariño inexplicable, en el caso de Jun fue el amor por su esposa.

Theria Volumen 6: Hyperion.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora