Preludio al torneo: Mientras tanto.

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Las noticias se expandieron rápido por el continente. La guerra civil en Ulien había acabado, culminando con la coronación de la reina Farenis y del rey Xi. Sin embargo, las naciones vecinas recibieron informas que los resultados no fueron buenos para la recién coronada, pues, visto desde fuera, el país se encontraba en crisis.

La ciudad insignia de Ulien, Mirie, había sido destruida por causas desconocidas. Incluso los espías enviados con antelación al país se negaron a hablar de cuál fue la causa, ni siquiera cuando fueron torturados o enviados a la horca. La razón era simple, quienes habían visto el poder del titán sabían que si un país se enteraba, lo querrían para él. Sonaba bien para aquellos que quisieron un poder para gobernar a los otros, pero era algo tan grande y tan incontrolable que más temprano que tarde significaría la ruina para la nación que obtuviera ese poder.

Otra de las crisis era la administración de tierras. Ulien concentraba su poder en el rey y cuatro duques principales, tres de los cuales ya habían muerto. Sin ellos controlando las tierras de los ducados menores y de los condes, el reino enfrentaría más temprano que tarde una crisis tanto política como alimentaria. Era algo tan seguro que los países vecinos apostaban que parte se intentaría independizar antes.

Y lo peor de todo era que las fuerzas armadas habían disminuido a menos de una tercera parte de las originales, la mayoría muertas a manos de lo que fuese hubiese destruido Mirie. Además de eso una docena de generales y una veintena de capitanes fueron sentenciadas a muerte por desafiar a la reina y ser participantes activos en la guerra civil. Incluso se había puesto una recompensa por la cabeza de Himm, uno de los cuatro dioses elementales, culpado de organizar la revolución.

Si, desde fuera las cosas parecían estar mal para el reino.

Era un buen momento para atacar. O eso pensaban.

La republica de Basin fue la primera en enviar tropas a través de las montañas. El gobernador, quien tenía políticas expansionistas, ya tenía pensado invadir el reino ganara quien ganara, seguro de que quedaría demasiado fragmentado, por lo que desde hacía casi un año mantenía una compañía esperando en una fortaleza entre la pequeña región sin nombre que delimitaba las fronteras de Basin, Casteris, Cirien y Ulien.

Con el pensamiento de anexar tierras cerca de Casteris a la república, al enterarse del ascenso de Farenis, el gobernador Felix envió una gran parte de su ejército principal para comenzar la invasión.

Casteris, tierra natral de los enanos al este de Ulien, se mantuvo en espera, pues la mayoría de sus fuerzas se concentraban en la frontera con la república, dado que era sabido que en cualquier momento intentarían invadir sus tierras, tan ricas en metales preciosos. Por eso, aunque no pensaran en apropiarse Ulien, tampoco podían ayudarlos, aunque así lo quisiesen. Lo máximo que pretendían hacer era aceptar refugiados.

El rey de Cirien era neutral, no pensaba en expandirse ni tampoco le importaba hacerse cargo de los problemas que traería la reciente guerra de un pueblo al que no le tenían aprecio. Eso sí, si la república se instalaba en la parte este, ellos pensaban tomar la parte oeste, anexa al mar, pues no podían dejarlo a un país tan belicoso tener acceso a ambas cosas, ya que de hacerlo su fuerza naval seria abrumadora.

El imperio de Ceberia, al sur, comenzó a mover sus tropas casi en el instante en el que le llgearo0n las noticias. Al igual que la Republica, tenía intenciones expansionistas, pues ellos eran los más cercanos al gran imperio de Mahesh, cuya fuerza era impensable de enfrentar por ahora para ellos y que sabían los tenían en la mira.

La mitad de sus tropas fueron al norte y el resto al sur, para prepararse por si el gran imperio intentaba acercarse al continente para reclamar esas tierras.

Theria Volumen 6: Hyperion.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora