Preludio al torneo: Jun.

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Hill

Si bien la revelación había sido increíble,  por ahora tenía una pregunta más urgente que hacerle a Cleam. Al menos mientras mi mente procesaba lo otro.

—¿Qué hay dentro del templo de los orígenes? —dije tras una larga pausa.

—No lo sé —me respondió, vacilante—. Solo Jun, Ana y las apóstoles pudieron entrar y ninguno de ellos menciono nada de lo que ocurrió ahí dentro. La única que dijo algo fue Ana, quien nos miró con tristeza y pronuncio en voz baja: "no pudo hacerlo, me ama demasiado".

Siento que había mentiras en sus palabras, sino no sabría tanto de la diosa, pero algo me decía que lo dejara pasar, que preguntar sería peligroso.

—¿Cómo murió Jun, Cleam? —cuestiono Yunei en mi lugar—. Escuche que fue quemado, pero tu cuerpo...

—Ocurrió mucho después de que encontráramos al templo —comenzo él, sirviéndose otro vaso de licor—. Verán, para hallarlo tuvimos ayuda de Aster, una iluminada que se dedicaba a estudiar los monstruos de este mundo y cuya meta era lanzar un compendio que vendería a todo el mundo. Estaba obsesionada la chica. Así como Liceo, quien especulaba que ambos mundos estaban conectados u se la pasaba horas viendo a través de su telescopio. Nos mantuvimos en contacto con ellos algún tiempo mientras recorríamos el mundo y en una de sus cartas se hallaba escrito algo importante: "vimos a Jun hoy, parecía extraño, se unió a los iluminados pero no pareció reconocernos"

—Eso es algo en lo que siempre tuve dudas —lo interrumpí—. Según se, Jun jamás se unió a los iluminados, pero no entiendo porque, si eran iguales a él.

—Si bien había algunos cuantos que eran personas honestas que se interesaban en los secretos del mundo —dijo, mostrando un gesto de desagrado en su rostro—, la mayoría de los altos mandos eran una banda de ególatras que lo único que querían era encontrar ruinas para explorarlas o construir armas, no importándoles nada más que ellos mismos, dejando atrás el legado que les había dejado su fundador. El libro que venía en la caja de pandora solo fue una de tantas creaciones horrendas e incluso así fue la única que ocultaron, no porque la consideraran la más peligrosa, sino por el apartado que hablaba de como traer de vuelta no solo a Hyperion, sino también a los hijos de la diosa. Ellos querían esa información para sí mismos.

Asentí. Si bien al principio me había sentido identificado con ellos, en varias ocasiones me llegue a cuestionarlo el porqué no habían dejado un legado más amplio atrás.

—Casi no coincidimos con ellos y por eso erróneamente pensaron que Aurien era Jun —continuo Cleam—, ya que ninguno de ellos, ni siquiera Liceo y Aster, sabían que Jun tenía un gemelo.

—¿Qué acaso ninguno de ellos sabía
lo de la copia gemela? —pregunté.

—No, y si lo sabían, no lo dijeron. Jun lo descubrió gracias a unos amigos suyos, exploradores y saqueadores, a quienes les encantaban ese tipo de cosas. Además debes comprender algo: a Jun no se le conoció como el señor de la tormenta hasta después de la muerte de los iluminados, en ese tiempo dudo que ellos supieran que él manejaba ese elemento.

Cleam vacío de un trago su vaso y lo dejo encima de la mesita antes de continuar.

—Aurien se aprovechó de ese desconocimiento para ganarse un lugar entre los iluminados, infiltrandose gracias a los recuerdos que guardaba de Jun. Aunque intentamos llegar lo antes posible a su cede e incluso enviamos cartas a nuestro conocidos para detenerlo de lo que fuese que estaba planeado, cuando al fin llegamos ya era demasiado tarde.

—¿Y ustedes si sabían de Aurien? ¿De lo demente que estaba?

—Desde que conocí a Jun él me habló de su hermano —respondio Cleam—. Aunque le quería, admitía que estaba completamente loco. La única vez que lo ví en persona, unos años antes de que se uniera a los iluminados, lo pude comprobar, pero ni siquiera yo pensé que haría algo tan monstruoso como matar a todos los iluminados.

Theria Volumen 6: Hyperion.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora