La niña de la daga.

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Sarah


El dolor había disminuido, al menos lo suficiente como para ya no respirar de forma entrecortada. Pero era lo último que me preocupaba en ese momento.

Un monstruo cuadrúpedo de aspecto feroz que jamás había visto antes salió de la mansión derruida y se dirigió a mí con un paso lento, abriendo sus fauces de las cuales escurría una baba verdosa. Parecía ser que estaba saboreándome.

Intenté levantarme, pero mis brazos seguían demasiado débiles como para sostenerme, pese haber recuperado aunque fuese una poca de mi energía mágica.

Intente transportarme, pero mi poder aun no era suficiente, solo conseguí malgastar un poco de lo que había conseguido en ese tiempo y hacer que el dolor se incrementara.

Como si se burlara de mi debilidad aquella criatura se fue acercando, dejando escapar un sonido demasiado parecido al de una risa como para ser coincidencia. Eso, juntando lo con sus ojos y las garras que parecían haber brotado de manos, así como la ropa rasgada que llevaba encima, me indico que en algún momento aquella cosa fue humana.

¿Si aquellos lazos me hubieran atrapado o a Hill nos habrían convertido en eso?

Solo de pensar en ello hizo que sintiera escalofríos.

Hice un nuevo esfuerzo para ponerme de pie, pero fue inútil. La criatura al verme fallar, comenzó a correr hacia mí con sus fauces abiertas.

¿Llegó el momento de rendirme?

No, aún no era hora. Después de todo había cosas que quería hacer por todos los medios.

Me levante con mucha dificultad y saque mis dagas para defenderme, mis armas compañeras que me habían acompañado durante mucho tiempo.

La criatura salto hacia mí, pero logre detenerla usándolas como escudo... o eso debió haber pasado, pero solo con el golpe fueron destruidas y mi cuerpo fue arrojado debido al impacto, haciéndome chocar contra un árbol cercano y dejando el en suelo de nuevo.

Mis armas volaron lejos y cayeron destrozadas. Al verlas mi corazón se partió. Recordaba cuando las obtuve, un regalo de Yunei para festejar mi primer éxito en una misión... una misión en la que ahora recuerdo que yo no hice nada realmente, fueron ellos los que hicieron todo el trabajo, yo solo me quede estática y con miedo, como en este momento.

Inútil.

Voy a morir...

De pronto una figura apareció frente a mí. Era un ser algo espeluznante, hecho a partir de electricidad, humanoide, pero con alas y con un rostro cubierto de tentáculos.

La cosa se movió a una velocidad increíble y le dio una patada a aquel monstruo, enviándolo a volar y ocasionándole graves quemaduras, aunque no lo mato.

Solo de verlo supe de inmediato que era algo enviado por Hill para ayudarme, un regalo de su parte para defenderme. Ese pensamiento debía ser suficiente como para calentar mi corazón, sin embargo la verdad era que solo me lanzo punzadas de dolor.

¿No se suponía que yo venía a ayudarlo? ¿Qué no le dije que lo salvaría? ¿Entonces por qué él está defendiéndome... de nuevo?

Inútil... esa palabra se repetía una vez más en mi mente. Era un veneno que comenzaba a manchar mi alma. Si era así lo mejor debía ser rendirme y esconderme detrás de aquella figura. Dejar que me salvara... y convertirme en alguien que no pudiera levantarse con sus propios pies nuca más.

Siempre fui débil, más que la mayoría. Incluso todos estos años entrenando no sirvieron para nada. Hill, la abuela, el abuelo, Tyna, Yunei... Todos ellos podían hacer cosas asombrosas, más de las que yo podría hacer jamás, lo sabía desde el principio, pero verlo con mis propios ojos, sentirme de nuevo inútil... era frustrante.

Theria Volumen 6: Hyperion.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora