Resistencia y valor

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Clarisse

Frío, eso es lo primero que sentí. Aunque el mar era cálido, mi piel era incapaz de transmitir esa calidez ante la frialdad que representaba mi propio fin.

Al abrir mis ojos solo me vi rodeada de un mundo húmedo, de personas muertas y pedazos rotos de madera y metal.

El dolor en mi pecho fue agudo cuando el agua entro a mis pulmones, mientras que a través del líquido se podía ver una luz brillante. Moriría en pocos segundos, ya fuese por ahogamiento o por el poder de titán, pero en realidad una parte de mi pensaba que eso no era tan malo.

Lo malo es que había fallado.

Maestro, lo siento.

Cerré mis ojos y me sumergí de nuevo en la oscuridad, al mismo tiempo que sentía como mi cuerpo caía...

La paz duró un tiempo que me pareció eterno. Deseaba permanecer en aquel lugar negro, donde no sentía nada, por el resto de la eternidad.

Más sin embargo, como si el destino me instara a continuar, escuché una voz... la voz de Sirien. De mí amada elfa.

—¡Clarisse!

El eco fue lejano, pero claro. Y se repitió una y otra vez.

—¡Clarisse!

—¡Clarisse!

Fue entonces que mi conciencia regreso al presente y volví a separar mis párpados.

Ahí me encontré con una Sirien, cuyo rostro aún juvenil se hallaba repleto de lágrimas,

—¿Co...?

Abrí la boca para hablar, sin embargo lo que salió fue una gran cantidad de agua. Sin perder tiempo Sirien me ayudó a darme la vuelta y alguien me golpeó un poco la espalda para que vomitara toda el agua que había tragado.

Habiendo terminado miré a mí alrededor. Si bien hace pocos segundos estábamos en el mar, ahora nos encontrábamos en medio de un poblado muy familiar, rodeados de pastizales y rosas.

¿Sarte?

Y no era la única, casi todos los que hasta hace unos momentos nos encontrábamos frente al titán estábamos ahí. Algunos incluso se habían desmayado y ciertamente éramos una parte casi insignificante de los que habíamos luchado con el coloso.

Pero estábamos vivos.

¿Es un sueño? ¿El sueño de mi hogar antes de la muerte?

—¿Clarisse? ¡¿Estás bien?! —grito Sirien, abrazándome con fuerza.

—¿Sirien? ¿Cómo? ¿Qué?

—Él los trajo —me respondió otra voz. Miré hacia arriba y me encontré con Sarel, quien señalaba a Cleam con evidente disgusto.

De hecho, se encontraba rodeado de todos los guardias del pueblo. Aun así, no parecía disgustado.

—Me parece que el escoger este cuerpo fue un poco mala idea —dijo con sarcasmo—. En fin, como la bruja es de este lugar y no los pude llevar adentro de la ciudad por la barrera, pues los traje aquí.

—¿Cómo lograste algo así...? —Era algo extraño, pues la señorita Sarah requería una cantidad abismal de energía mágica para lograr algo similar

—Gaste la energía mágica de varios de mis soldados, pero creo que lo valió —contestó Cleam, encogiéndose los hombros—. No creo que importe mucho, pues estaban muertos ya desde antes...

—¿Porque está ese tipo con ustedes? —me preguntó Sarel—. ¿Qué quiere ahora? ¿Y dónde está Tyna?

Fue entonces, al ver la mirada llena de disgusto y odio de Sarel, que recordé que Cleam tenía una apariencia similar a la de Aurien. Quien no lo conociera lo confundiría de inmediato con el pensador.

Theria Volumen 6: Hyperion.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora