Capítulo 16: ¿A dónde vamos cuando dormimos?

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Al levantarme recibí un golpe en la cabeza

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Al levantarme recibí un golpe en la cabeza. Me encontraba debajo de una cama. Estaba hiperventilando. Mi sudor había empapado mi camisa negra y había hecho que mi pelo se pegara a mi cara. Salí de aquel pequeño espacio algo confundida y adormecida.

Miré a mi alrededor y gracias a la luz del alumbrado de la calle noté que estaba en la habitación de mi abuelo. Mi cabeza dolía. Miré la hora en mi reloj, era casi las 19:30. En mi muñeca izquierda tenía una pulsera que no recordaba haber visto antes. Parecía esas que le ponen a los recién nacidos en un hospital y llevaba mi nombre.

Caminé hacia las escaleras aún adolorida por el golpe. A mi mente venían imágenes entre cortadas de lugares y gente desconocida. Las luces de la casa estaban apagadas.  Traté de encontrar el interruptor más cercano para encender la luz del pasillo pero fue inútil. Entonces, escuché a alguien abrir la puerta de la casa.

—¡HELENA! ¿En dónde te habías metido? —dijo mi madre y en un abrir y cerrar de ojos estaba rodeándome con sus brazos. Alguien encendió la luz y quedé ciega por un segundo.

—¿Estás bien? ¿Cómo te hiciste ese moretón? Está sangrando un poco —dijo Amy. Luego se acercó mientras examinaba mi herida—. Estábamos muy asustadas. Los vecinos nos ayudaron a buscarte durante algunas horas. Tu madre estaba desesperada así que al no encontrarte fuimos a la estación de policía más cercana.

—¡Helena! ¿¡No nos vas a decir dónde estabas!? —dijo mi madre casi gritando. 

¿Dónde estaba? Buena pregunta. Lo último que recuerdo era haberme escondido debajo de la cama de mi abuelo para no tener que recoger todos los libros que él tenía en una estantería. Un poco infantil pero en serio no quería hacer nada. Cogí uno de ellos para leer mientras estaba allí y del cansancio causado por las largas horas de viaje en autobús para llegar hasta acá, me venció el sueño.

Estúpidos vuelos costosos. No estaba segura si contarles eso, era probable que no me creyeran pero aun así lo hice.

—Estuve todo el tiempo dormida debajo de la cama del abuelo.

—Imposible. Amy y yo miramos allí. Buscamos en toda la casa y no estabas. ¿Qué cargas en la mano? ¿Una de esas pulseras que te dan en las discotecas? ¿Por qué tiene tu nombre? ¿Es una nueva moda?— Mi madre comenzó a hablar sin sentido.

—No... Ma...

—No importa, te la quitas ahora mismo —interrumpió mi mamá—. ¿Dormida debajo de la cama del abuelo? Já. Seré estúpida. Tu abuelo se ha de estar revolcando en su tumba porque lo usas como excusa para ir a fiestas —concluyó mientras se dirigía a la cocina.

—¿Fuiste a una fiesta sin mí? ¿Creí que no conocías a nadie en la capital? —dijo Amy algo dolida e incrédula.

—Exacto. No conozco a nadie. Tienes que creerme, estuve todo el tiempo allí. Es más sentí como si solo hubiera dormido 10 minutos. No puedo creer que ya sea de noche —dije esperando que Amy me creyera.

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