Capítulo 8: Encerrados

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—Helena, ¡despierta! —Una voz me llamaba a los lejos

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—Helena, ¡despierta! —Una voz me llamaba a los lejos. Mi vista estaba nublada. Segundos después me incorporé. 

Me encontraba sobre una cama pequeña. Miré a mi alrededor, el lugar tenía paredes pintadas de un blanco que te hacía doler los ojos. La puerta de salida también era la entrada. No había ninguna ventana. Había mucha iluminación. Parecía una sala de algún hospital, sin embargo, en una esquina había una pequeña estantería con libros y juegos de mesa. A pesar de eso, me sentía como en una caja de fósforo.

—¿Cómo llegué aquí? —Mi vista volvió a ser normal. Allí estaba él. El chico perfecto —. ¿Luis?

—Hola. Creí que nunca despertarías. —Luis se sentó junto a mí y me abrazó. 

Me di cuenta entonces que solo habían dos camas. También me fijé que hace poco una máquina había estado monitoreando mis signos vitales. Noté que mi pecho estaba muy junto al de Luis y me aparté. Al parecer yo no cargaba ropa interior, solo llevaba puesto un enorme camisón blanco al igual que él. Mis mejillas comenzaron a hervir. 

—¿Dónde está mi reloj? —pregunté aunque sabía que Russell probablemente lo tenía y sus ingenieros ya estaban trabajando para crear otros iguales.

—Llegaste tal y como estás ahora. No vi ningún reloj. —Luis volvió a su cama, cogió un libro y lo comenzó a leer. Noté que en lugar de mi reloj llevaba una pulsera con mi nombre como las que le ponen a los recién nacidos en un hospital.

—¿Cuánto tiempo hemos estado aquí?

—Desde que llegaste han pasado tres días —dijo Luis sin quitar la mirada de su libro. Yo quedé atónita. ¿Había dormido durante tres días?

—¿Cómo lo sabes?

—Cada día, un enfermero me trae el desayuno, almuerzo y cena. 

—¿Y tú? ¿Cuánto tiempo llevas aquí?

—Solo un día más que tú —dijo Luis dando vuelta a la página del libro.

—¿Por qué me dijiste que tenga cuidado antes de irme con Amy aquel día? —Dije mientras seguía inspeccionando el lugar con la mirada.

—Porque sabía en lo que Amy estaba metida. La escuchaba hablar por teléfono todas las noches mientras ella creía que yo dormía. Hablaba de ti con Travis... Y al poco tiempo comenzaron a tener una relación, ya sabes, ellos... —La voz de Luis se quebraba mientras hablaba —. Yo la amaba, en serio, fue muy difícil para mi enterarme que se estaba acostando con Travis —Mientras escuchaba lo que acababa de decir Luis mi mente simplemente explotó —. Pero decidí no decirle nada porque sabía que lo que sea que tenían planeado hacer contigo no era nada bueno. Quería evitar que pasara, pero fracasé. Solo conseguí que termináramos encerrados en estas cuatro paredes. Lo siento.

—No te preocupes. —Me levanté y me dirigí hacía unos libros que estaban en el piso junto a su cama —. ¿Cuál me recomiendas?

No quería hablar de la vida amorosa de este perfecto e irresistible Luis, así que cambié de tema.

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