Abrí mis ojos pero veía nada más que figuras borrosas. Estaba comenzando a hartarme de perder la conciencia y despertar sin saber qué pasó o qué me iba a pasar. Cerré mis ojos. Oía voces hablar, probablemente de mí . Traté de mover mis manos pero se encontraban sujetadas al igual que mis pies.
Al volver abrir mis ojos uno de ellos se topó con una aguja, unos centímetros más y la parte de mi ojo izquierdo, por donde las lágrimas salen, sería perforada. Me habían colocado el casco. Miré a ambos lados. A mi derecha estaba Eva acostada en una camilla y a la izquierda los médicos que ya había visto.
Me encontraba en la misma habitación en la que me desmayé. Sentí la boca seca. Tenía muchas ganas de tomar agua.
—A... Agu... —A penas y pude hablar.
—¡Oh! Helena, estás despiertas. Tranquila. ¿Qué decías? —Por un momento en mi campo de visión solo estaba el rostro de la Doctora Kim.
—Agua —dije y tragué saliva. Al parecer no había estado tanto tiempo inconsciente pero necesitaba líquido en mi cuerpo.
—Después del procedimiento. —Escuché la voz de Russell pero no podía verlo.
Neil me colocó un pañuelo blanco dentro de mi boca, no entendí por qué hasta que la aguja hizo su trabajo. Sentí un dolor punzante y permanente, mi instinto me obligó a lanzar un grito ahogado y morder el pañuelo. Intenté moverme pero eso solo empeoraba el dolor. Los médicos me sujetaban con fuerza impidiendo que me moviera más. Sentí que aquel momento nunca iba a acabar.
—Helena quédate quieta, aguanta unos segundos más —dijo Neil.
—Ya está. Puedes sacárselo —dijo un médico, luego de escuchar un sonido agudo que parecía provenir de una computadora.
Neil me sacó el casco y el pañuelo. Me encontraba muy asustada y comencé a llorar. Una de mis lágrimas llegó hasta mi boca y al sentir su sabor, noté que no era salado. Sabía a sangre.
—Tranquila —Russell puso su mano sobre mi frente y yo no paraba de llorar—. ¿Ya está todo listo? —dijo Russell dirigiéndose a todos los que estaban allí.
—Sí. Tenemos todos sus recuerdos. Solo falta borrarle la memoria. —Escuché la voz de Sandra.
—No. No lo hagan. Vendrá conmigo —dijo Russell y hombres en traje negro comenzaron a soltarme de lo que me sujetaba a la camilla.
Uno de ellos me tomó en sus brazos y me puso en una silla de ruedas. No le veía el sentido, estaba segura de que podía caminar sin ningún problema. Tal vez no me veía tan bien cómo yo creía, pues aún lágrimas caían de mi rostro, las cuales poco a poco dejaban de saber a sangre.
Al poco tiempo me encontraba en la oficina de Russell quien se sentó detrás de su escritorio. Lo observé detenidamente. Cabello negro peinado hacia atrás con un par de canas, a pesar de que su rostro se veía realmente joven. No creo que tenga más de 40 años. Su rostro era muy perfilado y los lentes que llevaba ocultaban sus ojos que parecían ser grises o verdes.
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Un Millón De Mundos
Science Fiction¿Qué harías si viajaras a un mundo paralelo y estando allí te encuentras con obstáculos que te impiden volver a tu hogar? ¿Te quedarías allí? ¿O lucharías por volver?