Capítulo 9: Clones

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Al salir de la pequeña habitación en la que estaba, todo fuera de ella me parecía más grande

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Al salir de la pequeña habitación en la que estaba, todo fuera de ella me parecía más grande. El lugar se me hacía conocido. Estaba segura que había estado aquí antes. Por un momento me distraje y observé una de las pinturas que adornaba el pasillo por el que la Doctora Kim y yo habíamos estado caminando. El cuadro era simplemente hermoso. La chica pintada en óleo te transportaba a su mundo sin la necesidad de haberla conocido. 

—¿Quién es ella? —dije sin quitarle los ojos de encima a la pintura.

—Es la hija de Travis. Murió hace un año. Tenía leucemia. Era tan joven, tenía tu edad cuando pasó. Se llamaba Maia. Vamos, debemos seguir —dijo la Doctora Kim. No me había dado cuenta que se encontraba a casi un metro lejos de mí. Comenzó a caminar con pasos apresurados y yo traté de seguirla.

Tras subir dos pisos usando el ascensor, me di cuenta por qué el lugar se me hacía familiar. Era el edificio de Russell. 

—Te presento al Ingeniero Ross. Él y yo hemos trabajado en este proyecto durante años —Un hombre joven de cabello rubio se acercó a nosotras mientras entrábamos a un laboratorio que me daba escalofríos —. ¡Ah! Olvidé decirte que mi nombre es Cristina Kim —añadió la Doctora. Yo había olvidado que en este mundo no la conocía.

Le di un apretón de manos a Ross mientras otros cinco médicos me observaban de una manera muy extraña. Junto a ellos habían tres cajas rectangulares de cristal llenas con agua de un color para nada normal y equipos computarizados que las hacían funcionar. Dentro de ellas parecía haber algo más que agua. Me acerqué un poco para ver mejor.

—¿Quieres saber que hay allí? —dijo Crisitina detrás de mí. 

—¿Para qué estoy aquí? —contesté evadiendo su pregunta.

—Para que presencies un acontecimiento histórico. —De repente Luis estaba junto a mí pero ya no cargaba puesto el camisón blanco, vestía semiformal y sonaba diferente.

—¿Luis? ¿Qué haces aquí? —dije.

—No, no soy Luis. Bueno mi ADN es idéntico al de él pero mis creadores me han llamado Neil.

—Como el primer hombre en la luna —dijo Ross con una sonrisa que me puso la piel de gallina.

—¿Tus creadores? —dije sin prestarle atención a Ross.

—Sí, ellos —dijo Neil señalando a todos en la sala.

—¡Oh! Ya casi es hora —dijo Cristina al escuchar un doble pitido que provenía de una de las cajas de cristal—. ¿Estás lista?

¿Lista para qué?, pensé.

De repente, la caja comenzó a drenar el agua y poco a poco pude observar algo dentro... Algo no; alguien. Ella lucía exactamente igual que yo a excepción de que su cabello era castaño, como el mío antes de que me lo tiñera de blanco. 

—Helena, te presento a Eva —dijo Luis mientras una de las paredes de la caja se abría a modo de cortinas y los médicos la ayudaban a salir de allí mientras ella tosía. 

—¿Por qué hacen esto? —dije mientras envolvían a Eva en una toalla y se la llevaban.

—No te preocupes. Solo la están llevando para que la última fase sea completada: La implantación de recuerdos —dijo Cristina.

—No. ¿Por qué han hecho clones de Luis y de mí? —dije y Cristina lanzó un suspiro.

—Necesitábamos practicar.

—¿Practicar?

—Sí. Russell financió este proyecto por una sola razón... Maia. Quería recuperar a su hija usando las 1MM pero él es precavido. En caso de que eso no funcionara, nos tendría a nosotros —dijo Cristina. Al parecer, Russell ganaba dos cosas con todo esto: Hacerse millonario y traer a su hija de vuelta a la vida. ¿Y cómo era eso de "en caso de que no funcionara"? ¿Acaso Russell aún no conseguía clonar mi reloj?—. Obviamente que quería verificar que funcionara con otros sujetos antes de que sometamos a su hija a este proceso —añadió.

—Pero Maia está muerta —dije. 

¿Qué otra cosa peor que la muerte le podía pasar a Maia?

—La mantuvimos a bajas temperaturas para evitar su descomposición mientras trabajábamos en las cajas. De todos modos, solo necesitábamos de su ADN y sus recuerdos —dijo Cristina sin entender mi pregunta. Entonces me di cuenta que solo éramos ella y yo. Todos habían dejado la sala.

—El día en que Kendall me llevó a ese hospital, no fue para hacerme una prueba de ADN. Fue para que tú tuvieras mi ADN y pudieras clonarme —dije y sentía como mi pulso se aceleraba.

—Eres muy lista, Helena. 

—Mamá. Eva está lista para la siguiente fase —dijo una chica joven que llevaba lentes, ojos rasgados, labial rojo, piel blanca y cabello negro recogido en una coleta. Era a quien yo conocía como la enfermera de mi colegio. Sandra Kim, hija de Cristina Kim. 

—Helena, me temo que en esta etapa te necesitamos. —Traté de calmarme mientras madre e hija me guiaban hacia quién sabe dónde.

Entramos a otra sala donde a diferencia de las anteriores en las que estuve, todo era negro. Al mirar hacia arriba, noté que solo una doble lámpara led proporcionaba luz a todo el lugar. Eva estaba inconsciente en una camilla y tenía todo clase de equipo médico pegado a su cuerpo. Ahora llevaba la misma ropa que yo. Junto a ella había otra camilla que al parecer era para mí. Todos los que había visto antes estaban allí.

—Recuéstate, por favor —dijo uno de los médicos.

—Es un procedimiento rápido. Sin embargo, tal vez pueda ser algo... doloroso —añadió otro de los médicos.

—¿Doloroso? —Volteé a ver a la Doctora Kim quien desvió la mirada.

¿Qué tan doloroso podía ser? A Luis debieron habérselo hecho, pues hay un copia exacta de él en este lugar. No me contó nada de lo que le hicieron, así que tal vez solo estaban exagerando. Querían intimidarme.

 —No te preocupes. Te borraremos la memoria, solo de este momento. No queremos que tus otros recuerdos sean alterados —dijo Sandra.

—¿Borrarme la memoria? —Por eso es que Luis no me contó nada. No lo recordaba —. ¿Qué es lo que harán exactamente? ¿No pueden usar anestesia? —dije mientras mi instinto me decía que corra lo más rápido que pueda.

—No, debes estar con tus 5 sentidos para esto. Es mejor —dijo Ross.

—¿Mejor para quién? —Dije observando toda la sala sutilmente para ver si tenía alguna posibilidad de escapar.

Luis sacó de un maletín metálico una especie de inyección. Esta era de un tamaño exagerado y tenía una aguja de aproximadamente unos 20 cm, al aplastar un botón, esta se transformó en lo que parecía ser un casco incompleto. La aguja se mantuvo intacta.

—Helena, por favor. Recuéstate en la camilla. No puedes escapar. Es mejor que obedezcas —dijo la Doctora Kim notando mis intenciones, mientras los médicos se acercaban a mí. 

Yo retrocedí pero eso solo me acercaba más a la camilla. Conté hasta tres en mi mente, lancé un grito y me abalancé sobre los médicos creyendo que de alguna manera llegaría a la puerta y me iría de este lugar. Pero no pude. Los médicos me sujetaban con fuerza. Un hombre de traje negro apareció y logró dispararme un dardo en mi hombro. Cuando sentí el pinchazo simplemente me desplomé y mis ojos se cerraron instantáneamente. 

Nota de la autora:
Holaaa. Gracias por leer este capítulo♡. En estas escenas me he basado un poco en una película que me dejó loca. Se llama Réplicas, se las recomiendo, está en netflix. Chao:)<3

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