Capitulo VI

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Damián reía, unas pequeñas fugas se formaban a costados de sus ojos, haciéndolos un poco pequeños. Yo solo fruncía el ceño, molesta. Bufé y me levante.

Mientras caminábamos, Damián me había puesto el pie y caí de cara. Mi ropa se lleno de tierra al igual que mi rostro y cabello. Me moleste mucho. Damián seguía riendo y yo trataba de sacudir la tierra que había en mi ropa, debía de cambiármela.

—¿Crees que fue muy gracioso?— pregunté lanzándole unos ojos furiosos.

—Si— respondió con una sonrisa en su rostro, encogiéndose de hombros.

—Imbécil— murmure mientras daba la vuelta.

Comencé a caminar, trataba de recordar el camino para llegar a la cabaña y para mi suerte, me di cuenta de que no sería tan difícil. Seguía molesta por la gracia que había hecho Damián.

Escuche como Damián gritaba mi nombre, aún riéndose. Las ganas de estampar mi puño en su perfecto rostro crecieron. Cerré los puños, casi preparándome para girar y darle un puñetazo. Me detuvo una extraña sensación, como si algo escurriera por mi nariz. Detuve mis pasos y extrañada acerqué mis dedos hacia mi nariz, baje la mirada hacia  mis dedos y tenían sangre.

Las risas de Damián ya no retumbaban en mis oídos pero escuché sus pasos detrás de mi. Un escalofrío recorrió mi cuerpo entero cuando menciono mi nombre tras mi oído.

—¿Paige?

Trague en seco y otra vez nerviosa.

—¿Estás bien?— preguntó mientras se paraba delante de mi.

—Si— afirmé.

—Oh, claro que no, te esta sangrando la nariz— señaló con su cabeza.

Lo mire con obviedad. Alce los hombros, restándole importancia y lo rodee para seguir mi camino, el no se limitó a detenerme, simplemente escuchaba sus pasos y su pesada respiración detrás de mi. Estaba nerviosa, sentía su pesada mirada sobre mi espalda.

Cuando llegamos a la cabaña, ambos nos detuvimos, estábamos frente a frente, en completo silencio. Yo jugueteaba con las mangas de mi chaqueta y él me miraba de una forma extraña. Tenía sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón.

—Me voy... a casa, necesito cambiarme— dije centrando mi atención sobre el.

Él me miraba inexpresivo, tenía sus labios apretados. Siguió en silencio, no hablo o dio una señal alguna. Asentí lentamente y retrocedí, rindiéndome, había esperado alguna respuesta de su parte. Comencé a caminar hacia la principal avenida mientras sacaba algo de dinero de las bolsas de mi pantalón.

—¡Hey!

Me giré y me sorprendí al ver que me había alcanzado, estaba delante de mi, con su ceño fruncido.

—¿Qué pasa?— pregunte confundida.

—No dejare que te vallas así con la nariz— apuntó—, sigue sangrando, te limpiaré.

Lo mire confundida y el sonrió de lado.

—Además, ¿dejarás tu mochila aquí?

Abrí la boca pero no hablé, sonreí de lado y acepté su ayuda. Al entrar a la cabaña, el calor me envolvió, el aire fuera estaba congelando y mi cuerpo entero se estaba entumiendo.

—Iré por el botiquín— dijo y en cuestión de segundos, desapareció por un pequeño pasillo.

Estudie a más profundidad la cabaña. En la sala estaba la chimenea, el comedor del otro lado del lugar y la puerta de la cocina estaba detrás, la barra de la cocina se asomaba.

Luz de Luna [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora