Capitulo XXVIII

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SETH.

—Arruinaste mi vida, me quitaste lo que más quería— solté con odio y molesto. Me traía un extraño sentir mítin de paz verlo ahí, tumbado muerto sobre la mesa—. Diane era lo único que me quedaba... y casi me quitas a la mujer que amo— el rostro de Paige asaltó mis pensamientos y cerré los ojos—.Ahora te he quitado todo lo que era importante para ti— solté una pequeña ronca y amarga risa—. Y ahora que ya no estás, estoy por conseguirlo todo... y no me detendré.

Haber matado a mi padre me había traído satisfacción, no podía negarlo. Lo único que sentía en ese momento era repulsión hacia la persona que me trajo al mundo. Ya no era un impedimento, me había quitado lo que más amaba en el mundo: Diane.

Y tampoco era un impedimento Damián.

Sentí algo extraño en el pecho y con lentitud, giré mi cabeza y miré sobre mi hombro. Observé sus cabellos castaños y eso fue suficiente para saber que ella estaba ahí, y que estaba escuchando todo. Apreté los labios y me termine la cerveza que tenía en la mano de un trago. Exhalé con fuerza y volví a ver sobre mi hombro. Ella seguía ahí.

—Paige— mi ronca voz resonó en el silencio de la habitación—. Sé que estás ahí.

No me volteé hacia ella, pero escuché el rechinar de la puerta cuando esta se abrió.

—Lo siento, no pretendía...

—Shh— la interrumpí dejando la botella a un lado y dando media vuelta.

Su largo cabello castaño le caía como cascada por los hombros y recorrí su cuerpo con la mirada. El vestido de dormir que llevaba dejaba sus hombros a la vista y la transparencia, también dejaba algo a mi imaginación. Aparte la mirada, aclarándome la garganta cuando ella subió sus brazos, cubriéndose el pecho.

Mi mirada se dirigió hacia el cuerpo de mi padre y Paige siguió mi mirada. Cerré los ojos con fuerza y respiré hondo, tratando de controlar el enojo que sentía, y me fue más fácil cuando sentí unos brazos rodear mi torso. Abrí los ojos y baje la vista, su cabeza estaba apoyada en mi pecho..., se veía tan indefensa entre mis brazos, pero sabía que ella era fuerte. Demasiado.

Todos los sentimientos negativos se volvieron menos pesados y sé que los suyos también. Rodeé su cuerpo con mis brazos.

—¿Cómo era ella?— preguntó minutos después.

Su pregunta hizo que se me formara un nudo en el estómago y cerré mis puños con fuerza. Pensar en ella me hacía pensar en mi padre y en todo lo que hizo. Ella pareció darse cuenta de mi reacción, alejó su cabeza de mi pecho y nuestros ojos se encontraron.

—Lo siento, no tienes que decirme.

Su piel bajo la iluminación de la fogata al otro lado de la habitación hacía que brillara y luciera con más color, sus ojos estaban expectantes sobre mi rostro y ví algo que, lejos de molestarme, me hizo sentir cómodo. Lastima.

—Ella era demasiado alegre y positiva para mí gusto— sonreí con nostalgia cuando los recuerdos inundaron mi cabeza—. Siempre tenía una sonrisa sobre su rostro y a veces eso... me fastidiaba, no entendía porque era así hasta que sucedió su transformación— la miré y ella estaba atenta a lo que decía, no se alejó de mí, mantuvo sus brazos rodeando mi torso. Inhalé con fuerza antes de continuar.

Luz de Luna [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora