El fin de semana se había pasado rápido, ayudando a mi madre a acomodar los muebles y demás, viendo películas, estudiando, leyendo, trataba de mantener el mayor tiempo posible ocupado, tratando de evitar sentarme a pensar de más.El día parecía comenzar bien, el sol comenzaba a asomarse y eso me alegro después de un fin de semana nublado. Estaba desayunando cuando mi madre entró a la cocina con un traje bastante formal para mi gusto, estaba maquillada y con una gran sonrisa sobre su rostro. Fruncí el ceño y dejé la cuchara sobre el plato, centre toda mi atención en ella sonriendo con burla, ella se percató y me amenazo con la mirada, yo solo negué riendo.
—Hoy es mi primera entrevista de trabajo— se encogió de hombros aún con la sonrisa en su rostro.
—Eso es genial— dije sonriendo de lado.
Asintió aún con esa gran sonrisa en su rostro, hace meses que no la veía así, sentí un poco de tranquilidad al pensar que la mudanza, comenzaba a sentarle mejor.
—¿En donde será?— curioseé.
—En el mismo trabajo de Vicky, en unas oficinas al otro lado de la ciudad— dijo sentándose a mi lado con una taza de café en sus manos.
—¿Al otro lado de la ciudad?— abrí mis ojos.
—Hija, ya no estamos en Nueva York— sonrío de lado.
Vi cierta incomodidad en ella después de haber dicho eso.
—¿Estas nerviosa?— me preguntó.
—Un poco, quizás— respondí levantando los hombros.
—Te irá bien— dijo sonriéndome con calidez—, tengo que irme.
Dejo la taza en el lavaplatos y se acercó a mi, beso mi coronilla y me deseó suerte, mientras se alejaba hacia la puerta.
—Suerte mamá— comenté y sonrió mientras cerraba la puerta detrás de si.
Me quede parada unos segundos, mirando la puerta, tenía miedo. Miedo de todo. Comencé a sentirme como en una pesadilla. Cerré fuertemente mis ojos y giré mi cuello, moviendo mis hombros tratando de tranquilizarme. Deje el plato sucio en su lugar y corrí a cepillarme los dientes. Me mire al espejo, me veía agotada, con unas grandes ojeras bajo mis ojos. Suspiré y salí corriendo.
El autobús escolar no tardó en aparecer, al subir no habían muchas personas, solo dos chicos y una chica y supuse que en el trayecto, el autobús se llenaría más. Me senté ignorando las miradas curiosas que se posaban sobre mi y me senté en los últimos asientos. Saque mi celular y conecte mis audífonos. Cerré los ojos tratando de mantener mis emociones en su lugar.
—¿Paige Reed?— preguntó un chico acercándose a mi mientras descendía del autobús.
—Esa soy yo— murmuré.
El chico me sonrió con dulzura.
—¡Hola! Soy Mitchell, te ayudaré en tu primer día, ya sabes, ayudarte con las clases, las materias, todas esas cosas— dijo mientras caminábamos hacia la entrada.
—Gracias... Mitchell— agradecí.
—No hay de que— me dedico media sonrisa.
Mitchell se veía como una persona agradable, tenía varias pecas sobre sus mejillas, su cabello castaño era corto y a penas era un poco más alto que yo. Mientras seguíamos caminando, me explicaba como eran las clases, como se celebraban ahí las festividades, los bailes... probablemente todo lo que necesitaría saber.
—¿Tienes tu número de casillero, ya?— pregunto cuando nos introducimos entre los pasillos de la escuela.
Todos ahí se miraban curiosos por mi llegada, mirándome como si fuera algún juguete nuevo o bicho raro. Prefería quedarme con la primera idea.
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Luz de Luna [PAUSADA]
Hombres LoboDespués de la muerte de su padre, Paige y su madre se mudan a Beaver, un lugar frío, nublado y con un oscuro secreto. En sus planes no estaba encontrar el amor... mucho menos arriesgar su vida por él. Por él y su enigmático mundo. ¿El amor lo puede...