Capitulo XV

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Mi cabeza estaba al mil, Gill y yo sabíamos que Arson había sido quien dejó la carta y se había paseado por Costa Baja. Ahora, la manada debería de estar más pendiente después de la visita de Arson.

Victoria me miraba con preocupación, sus ojos estaban cansados. Suspiré y me acerqué a ella, con calma.

—¿Tía?— ella alzó la mirada hacia mi—, ¿haz dormido?

Ella esbozó una tierna sonrisa, cerró sus ojos ya suspiró.

—No, hijo— susurró.

—Deberías dormir, te ves cansada— murmuré.

—Lo sé— abrió sus ojos—, pero no puedo, todo esto... me tiene preocupada.

Alzó sus manos para tomar mis mejillas y me miró con tristeza, sus ojos se cristalizaron. Fruncí mi ceño y la mire con preocupación.

—No quiero perderte— susurró mientras lágrimas caían por sus mejillas.

—No pasará eso, tía— trate de hacerla sentir mejor.

—¿Quien realmente lo asegura? Nadie, cariño, estamos en la boca del león, especialmente tú y Paige.

—Lo sé— suspiré—, pero no hay que pensar de esa forma.

—Tú y Zara son lo único que tengo, son como mis hijos, perderlos sería mi gran dolor y miedo, no lo toleraría— rompió en llanto.

La abracé, sentí como mi camiseta se humedecía por las lagrimas de Victoria, sentí una presión en el pecho, no me gustaba verla así, tan preocupaba, llena de miedo y tristeza pero tenía razón, ¿quien realmente podía asegurarnos que todo iba a estar bien?

Tania no había vuelto a llamar y no habíamos recibido alguna noticia después de su partida y su regreso me tenía preocupado, ansioso y nervioso, ¿o solo fue una mentira? ¿Y si Tania lo único que quería era... información nuestra? Mi cabeza comenzaba a llenarse de muchas ideas y posibilidades ante la situación. En el fondo tenía miedo de morir y de perder a las personas más importantes... Zara y Paige.

—Tía, todo estará bien, no nos perderás— dije señor dime un poco para mirarla a los ojos.

—Te quiero tanto, Damián— dijo acariciando mi mejilla.

Sus ojos estaban llenos de dolor, ¿que tanto pasaba por su cabeza?

—Y yo a ti, tía— sonreí sin mucho humor.

—Damián... hay algo que tú no sabes aún— comenzó a hablar, alejándose de mi y pasando sus manos por el cabello.

—¿Qué pasa?— pregunte mientras veía como Victoria comenzaba a caminar de un lado para otro.

—Damián...

—¿Si?— la alenté.

La curiosidad me comenzaba a carcomer, sentía los nervios en mi estómago, ¿que ocultaba?

—Hace dos años, llegó una carta de los Kahal...

Guardo silencio, un amargo sabor se instaló en mi boca, todo se había complicado tan rápido, ¿cómo sería ahora si nunca hubiera conocido a Paige? Todo sería más aburrido.

Ella me miró y suspiró, cerrando sus ojos. Cruzo los brazos y se recargó en el sillón, abrió los ojos y me miraron sin muchas expresiones.

—Era una invitación— apretó los labios—. A ti, Zara y a mi nos aceptarían en la manada, solo porque tú y Zara tienen los genes de tu padre...

—Espera, ¿Zara igual? O sea, sé que somos hermanos biológicos y todo, pero, ¿ella también tiene los genes de un licántropo... como yo?

—No lo sé, pero es probable.

Luz de Luna [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora