Capitulo XII

1.9K 139 6
                                    


—¿Qué?

Trague grueso. Las gotas de la llueva comenzaron a caer, se escuchaban algunas risas afuera, lejos... que molesto era escuchar todo en tus oídos. La mire, sin saber qué decirle porque no sabía lo que significaba aquello, solo un fuerte sentimiento, más allá de amor, algo inexplicable.

—Eh...

Me quede sin palabras, se habían atorado en mi garganta, ahora debía de buscar algo que decirle.

—Damián, ¿qué es eso?— cuestionó, volviendo a su sombrío rostro.

Suspiré, agotado y agobiado debía de responderle pero no quería, me había equivocado al comentarle aquello. ¿Cómo le explicaría?

"Tengo una ligera obsesión contigo, en cuidarte, protegerte y ser lo que tú necesites, pero no te preocupes, es normal en los licántropos y no es tóxico"

Definitivamente no.

—No es nada importante, empezará a llover, tienes que regresar a casa— murmuré.

Sus ojos chocaron con los míos, estaba molesta y llena de duda.

Pero ella no se movió, seguro delante de mi con los brazos cruzados sobre su pecho, esperando una respuesta. Suspiré tallando el puente de mi nariz con los ojos cerrados.

Es un fuerte sentimiento— comencé hablar y abrí los ojos—. Es algo que nos pasa, solo nos basta con... ver a la persona a los ojos y es como... si quisiéramos proteger y cuidar de esa persona en todo momento, esa persona se vuelve todo y puede que seamos lo que esa persona necesita, un amigo, un padre, un maestro, un hermano... hasta un amor.

Cuando termine de hablar, su rostro se relajó pero seguía lleno de duda. Su silencio comenzaba a ser muy ruidoso para mi.

—Vete, comenzará a llover— hablé.

El tono con el que había hablado me sorprendió tanto como a ella, quería sonar menos grosero y tajante, sin que pareciera que la estaba corriendo pero no fue así.

Ella suspiró y se acercó a mi, sus ojos inspeccionaban cada rasgo en mi y los nervios volvieron aparecer. Una ligera sonrisa se asomó en sus labios e hizo que se me escapara una a mi. Su mano izquierda subió hasta mi mejilla y la acarició suavemente. Mi corazón saltó por el tacto, no esperaba una acción así de su parte pero no podía quejarme. Para nada.

Su aliento chocaba contra mis labios, sus brazos me envolvieron por el cuello, sabía lo que quería hacer pero no se arriesgaba mientras que yo seguía en la misma postura, erguido y con los brazos a mis costados.

Hasta que el deseo ganó y la tome por la cintura, estampé mis labios con los suyos con desesperación. Todo en mi se encendió. La energía era la misma como la primera vez que había probado sus labios. Todo giró, todo era bueno, quería quedarme ahí para siempre.

Sus manos tomaron mis mejillas, profundizando el beso, mordí su labio inferior con deseo y nos separamos para recuperar el aliento. Ambos sonreímos.

—También siento algo por ti— susurró sobre mis labios.

La lluvia caía con fuerza sobre mi cuerpo, aún tenía la alegría y la emoción llenando mi cuerpo. Paige había salido corriendo después de haberme confesado sus sentimientos y también después de haber escuchado el cielo tronar.

Cuando llegue al porche de la cabaña, las luces seguían encendidas. La camiseta que llevaba se pegaba a mi torso como una segunda piel.

Cuando mi mano estaba por tomar el picaporte de la puerta esta se abrió abruptamente, Zara estaba parada con su rostro de angustia, una sonrisa de alivio apareció en su rostro bronceado. La mire confundido y ella se apresuró a envolverme en sus brazos. Ella comenzó a quejarse en mi oído y observé a Victoria apareciendo detrás de mi hermana. En sus ojos se veía la preocupación, de la misma forma que a Zara. Ella se alejó y volvió a entrar en la cabaña jalándome del brazo y cerré la puerta. Tanner y Gill estaban en la sala, ambos de pie con los brazos cruzados, sus músculos estaban tensos y sus rostros llenos de seriedad. Apreté mis labios y observe a todos con duda y confusión.

Luz de Luna [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora