Capitulo IV

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Escuchaba el viento soplar, y el movimiento de las ramas de los árboles. Todo estaba tan tranquilo. Él seguía delante de mi, con un rostro sombrío y con sus manos dentro de los bolsillos delanteros de su pantalón.

—Sólo quiero regresar— murmure, con los ojos cerrados, evitando cualquier tipo de contacto visual.

Abrí los ojos y él seguía teniendo su ceño fruncido. Asintió levemente y comenzó a caminar, no se limitó a esperarme, solo camino. Me apresuré a seguirlo, escuchaba como las ramas bajo mis pies crujían al pisarlas. Caminamos durante unos eternos minutos en un incómodo silencio. Unas luces entre los árboles comenzaban a asomarse detrás, me alivió.

—¿Estas bien?— preguntó mirándome sobre su hombro.

Lo mire a los ojos, no respondí su pregunta. El solo suspiro y siguió caminando. Las luces de la cabaña se comenzaron a ver y sentí un nudo en la garganta. Al llegar, mi madre no tardo mucho en salir. Mire una última vez a Damián, quien seguía manteniendo su rostro serio y sombrío. Sacudí la cabeza y me preparé para el escándalo que iba a ser mi mama. Aún podía sentir la pesada mirada de Damián sobre mi mientras me acercaba a mi madre.

—¡Paige, cariño!— me estrechó contra su pecho, fuertemente.

La envolví entre mis brazos, después de todo, se sentía bien. Suspiré.

—¿Estas bien?— preguntó mientras sostenía mi rostro con sus manos.

Asentí levemente.

—¿Por qué saliste de esa forma?— pregunto mi madre con el ceño fruncido.

La mire directamente a los ojos, tratando de que pudiera ver la respuesta en ellos. Ella me miró con tristeza y volvió a abrazarme.

—Paige— suspiró en mi oído—, lo siento.

Negué con la cabeza.

—Nada— susurré cuando nos separamos.

Victoria se acercó con una mirada de pena y se despidió. Mi madre le sonrió fingidamente a Damián el solo asintió con lentitud. Sus ojos se desviaron hacia mi. No entendí nada en ese momento, él solo salió trotando del lugar.

Mi madre y yo nos trepamos en el auto, ella estaba molesta. La noche estaba despejada, la luna iluminaba el camino, no había nubes en el cielo. Recosté mi cabeza en el vidrio y cerré los ojos, el movimiento del auto me mecía, no tarde en caer dormida.

Abrí los ojos cuando mi mamá daba vuelta el la calle que ya bien conocía. Talle mis ojos y espere a que mi madre aparcara el auto en el garage, quería despojarme sobre la cama y dormir toda una vida. Cuando el auto se detuvo todo estaba en un silencio incómodo, sentía una tensión de su parte. Giré y mi madre tenía sus ojos cerrados, las manos tensas contra el volante, ¿qué había pasado?

Un suspiro salió por los labios de mi madre y salió con calma del auto. La seguí con un paso silencioso, me daba pánico provocar que girara hacia mi y explotara, descargara su ira conmigo, por que sin duda alguna estaba molesta. Me intrigaba mucho el conocer la razón. No le agradaba Damián, eso me había quedado claro, entonces, ¿por qué tanta molestia?

—Iré a dormir ya— murmuro sin mirarme y recorrió el largo pasillo, desapareciendo cuando entro a su habitación.

Seguí de pie en el mismo lugar, con los brazos cruzados. Estaba tan sumergida en los acontecimientos pasados, revoloteaban en mi cabeza preguntas sin aún una respuesta. Odiaba ser tan curiosa.

Un nuevo día comenzaba y consigo, nuevas dudas y conspiraciones en mi cabeza . Mi madre se fue sin siquiera haber desayunado. Tenía unas grandes ojeras bajo sus ojos y me comenzaba a preocupar su comportamiento. Tenía los nervios al máximo. El cuerpo entero me temblaba, quería ver a Damián y conseguir algo de información, aunque en lo más fondo, sabía que no iba a conseguir nada. Debía olvidar todas las preguntas y concentrarme en lo que realmente importaba. Como el hecho de hacer el esfuerzo para llevar bien y en control mi nueva vida.

Luz de Luna [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora