Capitulo XVI

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PAIGE.

—Por dios, tu vida está en juego, ¿y te importa más aprobar un estúpido examen?— se quejó Zara detrás de mi.

Caminaba deprisa entre los pasillos de la pequeña escuela hacia la biblioteca, abrazando mis libros. Mire sobre mi hombro a Zara al pasar por el umbral de la biblioteca. No habían muchas personas y suspiré.

Gracias.

Con rapidez me acerque a una mesa vacía, arrastre la silla y me desplome en ella. Deje mi mochila a un costado y extendí mis libros sobre la mesa.
Zara se sentó frente a mi bufando, sonreí de lado al escuchar sus maldiciones.

—Sino fueras mi mejor amiga... te dejaría aquí— masculló entre dientes.

—Siempre tan dulce— le sonreí con falsedad y ella me regresó el gesto.

—¿Si sabes qué Damián es bueno en química?

Alce la mirada de los libros hacia ella, alzando una ceja. Ella me miraba con diversión mientras mordía su labio inferior.

—No trates de convencerme, no lo lograrás.

Ella rodó los ojos y se recargó en el respaldo del asiento, cruzando sus brazos.

Abrí los libros y comencé a leer. Si reprobaba el examen, reprobaría la materia y aunque tuviera tiempo de recuperar mi promedio, no quería ver una mala nota. Ya habían malas notas pero una reprobatoria... no me agradaba la idea. Zara sacó unos cuadernos y comenzó a escribir en ellos mientras masticaba una goma de mascar.

El tiempo pasaba rápido y mi cabeza no parecía retener la información que leía. Maldije por lo bajo, había estado tan preocupada y metida en los asuntos de Damián (que ahora también eran los míos), que había olvidado casi completamente los exámenes.

Era la última semana de clases y empezarían las vacaciones de invierno, una semana llena de exámenes. La nieve ya había caído y las calles ya estaban cubiertas por una ligera capa blanquecina.

Recargue mi frente en la mesa, frustrada cuando mi celular comenzó a vibrar en la bolsa de mi chaqueta. Me levante y saque mi celular. Un número desconocido brillaba en la pantalla. Con un poco de desconfianza, descolgué.

—¿Hola?

—¿Paige?— la voz se me hizo un poco conocida, pero no logré ubicarla del todo.

—Habla ella— apreté los labios.

—Paige, soy Frank.

Uno de los gemelos, me removí sobre la silla, acomodándome.

—Ah, Frank, hola— saludé—. ¿Pasó algo?

—Eh— escuche algunos sonidos extraños del otro lado y fruncí el ceño—. Vine por ti y por Zara.

Fruncí aún más el ceño, se suponía que ese día mi madre iría por mi.

—Pero...

—Es importante— me interrumpió.

Mire a Zara, estaba recostada sobre su cuaderno, durmiendo. Suspiré y comencé a juntar mis libros con mi mano desocupada.

—Salimos en un minuto— dije y colgué.

Después me encargaría de agregar el número a mi agenda. Cuando termine de guardar todo, toque con desesperación el hombro de Zara y se levanto de golpe, completamente desorientada.

—Joder— murmuró cerrando los ojos.

Sonreí con diversión y esperé a un lado mientras que ella guardaba sus cosas.

Luz de Luna [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora