Los cantos de los pájaros retumbaban en mis oídos, molestándome. Entreabrí los ojos con pesadez y cansancio, talle mi rostro y me levante. El cuerpo me dolía, sentía todos mis músculos tensos, estaba estresado. Suspiré y abrí la puerta. Zara salió corriendo por el pasillo, gritando.—¡Es tarde!— gritó mientras entraba su cuarto, apresurada.
Reí por lo bajo y cuando iba a comenzar a caminar, ella asomó su cabeza por la puerta de su habitación y me miró de pies a cabeza, mirándome con el ceño fruncido.
—¡Cámbiate! Perdí el autobús, me llevarás— murmuró mientras volvía a entrara a su habitación.
Suspiré y retrocedí, busqué una camiseta entre los cajones y me la puse. Escuche a Zara gritarme desde la sala, volví a suspirar y salí. Zara ya no estaba, al salir de la cabaña la vi subiéndose a la camioneta con rapidez. Cerré la puerta y me apresuré a entrar a la camioneta.
Durante toda la noche, el rostro de Paige siempre estuvo presente, su sonrisa e incluso el sabor de sus labios. Había pasado ya una semana desde nuestra reconciliación y durante esa semana, los Kahal no volvieron a enviar alguna carta y sentía algo de tranquilidad pero no podía permitirme pensar que todo estaba olvidado. Solo había visto a Paige en su escuela, me sonreía de una forma que hacía que mi pecho se inflara con extrañas sensaciones. No había podido hablar con ella y de una forma u otra, debía contarle lo que estaba pasando. Aunque los Kahal no mostraban señales de vida, la manada de Gill se mantenía alerta y hacían guardia cada noche, mientras que yo me paseaba por la casa de Paige, me acurrucaba entre los árboles que rodeaban su casa y simplemente me quedaba ahí, escuchando los sonidos de la noche y cuidándola.
—Gracias, tonto— murmuró Zara abriendo la puerta cuando habíamos llegado—, ¡te quiero!— grito mientras se alejaba.
Reí por lo bajo. Zara siempre había sido mi cómplice, es mi hermana.
Observé a Paige corriendo por el retrovisor, ella también estaba llegando tarde. Una sonrisa apareció en mi rostro y sin dudarlo, me baje de la camioneta y camine rápidamente hacia ella para alcanzarla.
—Paige— la llame cuando estaba más cerca de ella.
—¿Eh?— se giró confundida—, Damián.
Su rostro se iluminó, tenía la respiración agitada. Abrió la boca y después la volvió a cerrar al instante.
—Tengo que irme, es tarde— dijo para darse la vuelta.
—Ey, espera— dije tomándola por el brazo.
Hice que se girará hacia mi, provocando que su pecho se estrellara con el mío, respire hondo. Ella me miró con confusión.
—Necesito hablar contigo.
—Será luego, llegaré tarde— murmuró volviéndose a dar la vuelta.
—¿No podrás faltar un día?— pregunté sin detenerla.
Ella se detuvo, estaba dándome la espalda, acomodó su cabello y se giró hacia mi. Colocó sus manos en sus caderas y me miró con los ojos entrecerrados, me fue imposible no sonreír al verla así.
—¿Un día? Ya falte un día por tu culpa.
Sonreí al recordarlo.
—Lo siento, pero en verdad es importante lo...
—¿Hablas de la carta esa?— dijo alzando una ceja y acercándose a mi.
La mire confundido, ¿cómo ella sabía? Fruncí mis labios.
—¿Cómo sabes?
—Zara me platicó— respondió.
Claro, había olvidado que Zara y ella eran amigas. La mire entendiendo todo.
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Luz de Luna [PAUSADA]
Manusia SerigalaDespués de la muerte de su padre, Paige y su madre se mudan a Beaver, un lugar frío, nublado y con un oscuro secreto. En sus planes no estaba encontrar el amor... mucho menos arriesgar su vida por él. Por él y su enigmático mundo. ¿El amor lo puede...